ZAIDA Y EL AMOR.
“Aunque el amor llegue un día, me da miedo que tan sólo sea esto; y, aunque el amor llegue un día, también me da miedo que sea mucho más”
Sylvia Plath
Había una vez… Una mujer llamada Zaida en la treintena con un trabajo que le gustaría dejar y en el comienzo de una ruptura amorosa con Gabriela que la devuelve a la ciudad. La amiga intensa Rocío la invita a su casa para que conozca a su nueva novia Lara, de la que Zaida queda prendida. Mientras tanto le gusta Aroa que anda sí y no con Julia que, a su vez, se enrolla con muchas entre las que están Rocío. Todas son mujeres lesbianas que viven en Barcelona, en sus calles, en sus locales, en sus viviendas, en sus baños y en sus amores que van y vienen, en esa perpetua búsqueda del amor o de aquello que creemos del amor, porque como les ocurre a estas cinco mujeres, el amor es eso que nos ronda y nos seduce, pero es como una especie de fantasma, que rara vez se manifiesta, y cuando lo hace, en la mayoría de ocasiones lo confundimos con deseo, soledad y qué se yo, y aún más, no sabemos si es real o no.
A Zaida Carmona la conocíamos por sus trabajos en el cortometraje con películas tan interesantes como Son ilusiones (2020), y su participación como actriz y cantante ocasional en las películas de Marc Ferrer, con La amiga de mi amiga debuta en el largometraje y no podemos estar más contentos de su ópera prima, porque hemos sufrido por amor, nos hemos reído y sobre todo, nos hemos visto reflejados en las deambulaciones y tropiezos del amor y desamor que tienen sus protagonistas. Unas mujeres como nosotras, en busca del amor y acaban encontrando deseo, amistad y malos rollos. La directora castellonense que coescribe el guion con el mencionado Marc Ferrer, construye sus películas a través de su vida y sus amores, donde su vida y ficción se mezclan y fusionan, en los que no podía faltar el cine como vehículo para relacionarnos o no con la vida, como ese maravilloso ciclo de Eric Rohmer con sus “Comedias y Proverbios”, que ponen en el imperdible Cine Zumzeig, entre las que destacan las sesiones de El rayo verde y El amigo de mi amiga, inspiración en el título de la película. También hay librerías como La carbonera, locales de la nuit y mucha música, pop y que habla de todas nosotras y lo que nos pasa, como el tema “La séquence”, de Julie et Joe, que se convierte en una especie de leit motiv de la cinta, “La juventud”, de Rocío Saiz, esa maravillosa versión del “Lady dilema”, de Berlanga y Canut, en la que se luce Aroa, con la complicidad de la propia Zaida, y el “Tú por mí”, de Christina Rosenvinge, entre otras, la mayoría surgidas de Elefant Records.
La directora afincada en Barcelona se rodea de sus amigas como Rocío Saiz y Aroa Elvira, que ambas actúan y cantan, Alba Cros, una de las directoras de Les amigues de l’Àgata (2015), como actriz y cinematógrafa, y finalmente, Thaïs Cuadreny, que actúa, y Eric Monteagudo como montador, ambos colaboradores del universo de Marc Ferrer, las breves apariciones de Nausicaa Bonnín, la divertidísima de Christina Rosenvinge y el jugoso cameo de las “amigas” Júlia Betrian y el propio Marc Ferrer, y otras muchas, amigas y componentes del equipo artístico y técnico, en una película hecha con mucho amor, dedicación y talento, levantada con pocos recursos surgidos de una campaña de Verkami. Carmona nos habla sin complejos ni prejuicios de su mundo y el de las otras, sobre todo tipo de temas como el mundo queer, sexo, drogas y demás, donde todo se desarrolla con una fluidez y encanto maravillosos, con una mezcla de ligereza y fantasía que no quita esos lugares y emociones oscuras y extrañas que se van sucediendo entre las cinco almas de la película. Podría funcionar como un retrato de las treintañeras en el amor, pero la intención de la directora no va por ahí, porque su intención no es otro que retratar el amor o las diferentes formas de relacionarse y de amar que existen en el interior de la cinco mujeres, que hay otras, pero la película muestra y retrata estas, que ya son un buen ejemplo de cómo nos relacionamos, lo que sufrimos y sobre todo, lo que nos engañamos, tanto a los demás como a nosotros mismos.
Tiene la frescura, la cercanía y la intimidad de las desacomplejadas comedias sentimentales españolas de principios de los ochenta que hacían los Colomo, Trueba, Almodóvar, sin olvidar las comedias-pop de los sesenta, en la que Un, dos tres… al escondite inglés (1969), de Iván Zulueta, sería la punta de lanza de la irreverencia y el desparpajo, y también, el universo cálido y oscuro de las películas de Miranda July, y hits del cine queer noventero como Go Fish y High Art, entre otras, que abrieron el camino para que ahora podamos ver películas tan estimulantes como La amiga de mi amiga. Celebramos una película como esta, porque el cine necesita películas rodadas con ese espíritu libre que tanto hace falta, películas que hablen de nosotras, de todo lo que nos pasa, de todos esos estados de ánimo que no sabemos interpretar, de toda esa extrañeza de estos tiempos, tanto a nivel laboral como sentimental, de tantos tumbos y deambulaciones que damos nosotras y las demás, en este vivir y sinvivir que nos pasa con el amor o eso que creemos que es el amor, como le sucede a Rocío, Lara, Aroa, Júlia y Zaida, nuestras cinco heroínas de la búsqueda del amor, de los sentimientos, de la sinceridad, de ese maremoto de emociones, miedos, inseguridades y demás que nos suceden con el amor o mejor dicho, cuando creemos que hemos encontrado el amor o algo que se parece a ello o la idea que tenemos de eso que llamamos amor. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA