Mamífera, de Liliana Torres

LOLA NO QUIERE SER MADRE. 

“Porque hay una historia que no está en la historia y que sólo se puede rescatar escuchando el susurro de las mujeres”

Rosa Montero 

En los últimos años hemos visto que la cinematografía española ha mirado y explorado las diferentes formas de maternidad. Películas como Els dies que vindran, de Carlos Marqués-Marcet, Cinco lobitos, de Alauda Ruíz de Azúa, Viaje al cuarto de una madre, de Celia Rico, Ama, de Júlia de Paz Solvas, y La maternal, de Pilar Palomero, son sólo algunos ejemplos de un cine que profundiza en el hecho de ser madre. Podríamos decir que Mamífera, de Liliana Torres (Vic, 1980), es el contraplano de todo ese cine, porque la película no nos habla de la maternidad, sino de la decisión de no ser madre. Una decisión que no es fácil, repleta de estigmatizaciones y sobre todo, de múltiples presiones y estereotipos sociales que cuestionan la moral de las mujeres que deciden no ser madres. La película se pregunta a sí misma, se cuestiona todo y a todas, y lo hace desde un personaje como el de Lola, una mujer feliz con su pareja Bruno que, al quedarse embarazada, le volverán todos los miedos del mundo a la hora de afrontar su decisión. 

A Torres la conocíamos con Family Tour (2013), una interesante propuesta que investigaba las relaciones y (des) encuentros de la propia directora, que interpretaba Nuria Gago, con su familia, que se interpretaba a sí misma,  después vimos ¿Qué hicimos mal? (2021), protagonizada por Liliana que visitaba a tres ex parejas y les preguntaba por la citada cuestión. Con Mamífera se cierra una especie de trilogía en la que aborda la maternidad, pero desde un prisma sensible y nada juzgante, desde lo más íntimo y cercano, desde una mirada sobre la aceptación de uno mismo y la de los demás, aunque tomen decisiones alejadas a las de la protagonista. El personaje principal Lola, hilo conductor, con la que viajamos por esa Barcelona y rodalies tan domésticos, la acompañamos en su deriva y temores en esos tres días de reflexión, según la ciencia, en la que interrumpirá el embarazo. Seremos su compañía y su espejo en el que reflejarse, arrastrando dudas, miedos y preocupaciones, visitando a las madres, a las que tienen y no tienen, y a su madre, para exponer sus reflexiones, sus ideas y pensamientos, en un viaje muy interior, parecido al que vivía la protagonista de Cléo de 5 a 7 (1962), de Agnès Varda, en otro contexto y situación pero tanto una como otra, llenas de incertidumbre y abismos. 

La cinematografía tan directa y traspasadora de Lucía C. Pan, que hemos conocido por sus trabajos para Xacio Baño, Andrés Goteira, Sonia Méndez y Álvaro Gago, entre otros, que ya estuvo en ¿Qué hicimos mal?, ayuda a crear un espacio íntimo y profundo, dejando de lado artificios y estridencias argumentales para seguir con una cámara que es una extensión de la propia Lola, rodeada de esos grisáceos de la periferia barcelonesa, con sus continuos viajes en tren o metro. El estupendo montaje de Sofi Escudé, que codirigió con Liliana el documental Hayati (Mi vida), que nos atrapa y asfixia en sus 93 minutos intensos y sin tregua, siguiendo a una Lola que deambula, que va y viene y no sabe adónde va, en un relato en primera persona y singular con esas partes oníricas tan ricas y profundas que materializan todos esos pensamientos y temores de la protagonista. La música de Joan Pons Vilaró, que también estuvo en Hayati (Mi vida), resignifica el tono y la forma de una película que navega sin prejuicios por el drama y la comedia, mezclándolos de forma natural como la montaña rusa de emociones y sentimientos en la que está Lola. 

Una película sencilla, transparente y nada pretenciosa como Mamífera requería de unos intérpretes que vayan más allá de lo que se cuenta, y cómo se cuenta, con esas miradas y silencios que hablan mucho más que los diálogos, con una magnífica y poderosa María Rodríguez Soto que, protagonizó junto a David Verdaguer la mencionada Els dies que vindran, ahora con el mismo arranque pero en unas decisiones y circunstancias totalmente diferentes, porque su Lola no quiere ser madre y debe lidiar con ese espacio de soledad y miedo ya que su entorno no ha tomado la misma decisión, y la actriz mezcla la fuerza y la vulnerabilidad de un personaje valiente y lleno de miedo. A su lado, Enric Auquer, la pareja cercana, sensible y cuidadora, aunque la decisión de Lola también generará conflictos y muchas palabras, quizás demasiadas. Tenemos una retahíla con personajes breves, pero igual de interesantes como los de Amparo Fernández haciendo de madre de Lola, Anna Alarcón y Ruth Llopis, una madre y otra que quiere, darán puntos de vista muy distintos y respetables para la protagonista. Y otras cómo Mireia Aixalà, Ann Perelló, Anna Bertran y Maria Ribera, entre otras. 

Me encantaría que el público fuera a ver una película como Mamífera, porque les hará cuestionarse muchas cosas de su propia vida y las de su alrededor, y quizás, ya no juzgarán tan a la ligera y se encerrarán en sus propios miedos, prejuicios y valores de mierda, porque la película aboga por la empatía, ese aspecto tan en desuso y en vías serias de extinción, en hacer el ejercicio y el esfuerzo en mirar más al otro que, posiblemente es el/la que tenemos más cerca, y necesita eso mismo, que los mires, los escuches y sobre todo, los entiendas aunque no tengas la misma idea de vida, de maternidad o lo que sea, porque lo que nos hace humanos no es pertenecer a esta especie, ni mucho menos, sino en esforzarnos en respetar y cuidar al otro/a y no imponerles nuestros valores, porque ellos tienen los suyos, y quizás, están muy lejos de los nuestros, y eso no quiere decir que sean mejores o peores, sino diferentes, y tenemos el deber de escuchar y respetar, y no juzgar, así que, ya saben y sabemos, vivan como puedan y sobre todo, miren de frente al otro/a, sólo eso, y créanme, eso cambiará muchas cosas, nos hará humanos y nos acercará los unos/as con los otros/as. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA