SOÑADORA Y ALOCADA
Tracy estudia en el primer curso de Universidad en Nueva York, pero su realidad difiere mucho de lo que esperaba, se siente sola, triste y decepcionada, además no es admitida en el club literario que tanto ansía entrar, y el chico que le gusta, tiene una novia celosa. Todo este panorama tedioso, cambia cuando su madre se compromete con un hombre, ésta al ver que su hija se aburre en la gran manzana, le insta a conocer a la que será su hermanastra, Brooke, una treintañera que se como el mundo, inquieta y súper activa, vive en el bohemio Times Square, y se gana la vida de entrenadora de fitness, diseñadora de interiores pero su verdadero sueño es montar un restaurante bristot, sueño que parece pintado con el color de la ingenuidad y la inmadurez.
El 9º título en la carrera del neoyorquino de Brooklyn, Noah Baumbah (1969), que continúa aumentando su filmografía de manera febril en los últimos años, sigue en la línea de los anteriores, comedias filmadas en la ciudad que nunca duerme, protagonizadas por seres algo perdidos que se relacionan con jóvenes para encontrarse con lo que fueron y sobre todo, vivir una segunda juventud. Baumbach firma el guión con su pareja y protagonista, Greta Gerwich (en buenísima forma, convirtiéndose en una de las mejores cómicas de su tiempo), en su segundo trabajo juntos en estas tareas, la primera fue Frances Ha (2012), el retrato de aquella joven bailarina que soñaba con una vida mejor, filmada en un sobrio y magnético blanco y negro. En esta nueva aventura, se han desmarcado retratando a una jovencísima aspirante a escritora (como lo eran el chico de Una historia de Brooklyn, o el otro, en este caso de cine documental, en Mientras seamos jóvenes), que actúa como narradora yda un vuelco su existencia al encontrar a Brooke, esa “it girl”, moderna y desenfadada, que es un torbellino de ideas y vida, que parece a la Garbo de Ninochtka o la Hepburn de La fiera de mi niña, señoritas joviales y gran fuerza que atrapaban en su redes a los incautos y atractivos hombres. Lo que al principio parece atracción y posterior idealización, derivará a un conflicto que los llevará hasta el pasado de Brooke, y será allí, justo en ese momento, donde las cosas nos serán lo que parecen y se desnudará a cada uno. Baumbach ha edificado una comedia de ahora, de este tiempo, obsesionado con la imagen y las apariencias, que han encontrado en las redes sociales un espacio para venderse y vender una vida inexistente, irreal que dicen tener pero que en realidad sólo existe en su imaginación y en sus sueños.
Baumbach ha mirado a la Screewall de los 30, y también a la comedia de chico o chica que conducía por el descontrol y los problemas al otro o otra como Algo Salvaje, Jo, ¡Qué noche! o Buscando a Susan desesperadamente, buenas comedias de los 80 que tomaban el pulso a los jóvenes de entonces, de ahora y los que vendrán, porque hay cosas que no cambian, sólo se ven de otra manera. Una película donde suena el Souvenir de los OMD, a Paul McCartney y otros hits de la década ochentera que acompaña la película que respira en un tiempo indefinido que parece desubicado y en perpetua búsqueda. Baumbach conocedor de su ciudad, destapa las carencias, a esos tipos y personajes que pululan en los barrios más chic, esos que bailan en los locales de moda, o aquellos que dicen ser, que en realidad no son, sus individuos buscan algo que los haga más felices o que simplemente los hagan sentir otras cosas, quizás los caminos que toman no sean los más adecuados, pero son los que toman. El cineasta de Brooklyn sigue en plena forma, nos divierte, nos hace pensar, nos mueve de un lugar a otro, y también nos emociona y conmueve, retratando de manera distante y divertida a seres perdidos, eso sí, pero también muy encantadores.