El desafío de Sofía, de Lillah Halla

SI TE CAES, TE LEVANTAS. 

“Puedes encontrar muchas derrotas, pero no debes ser derrotado. De hecho, puede que sea necesario enfrentar las derrotas para que sepas quién eres, de que puedes levantarte y cómo puedes salir de ello”. 

Maya Angelou 

Hay un cine entretenido que sabe contar historias y generar empatía en los espectadores. Luego, hay otro cine que aparte de entretener, va más allá que construir un vínculo emocional con el espectador, sino que refleja el contexto social, político, cultural y económico en el que se desarrolla la trama. El desafío de Sofía (en el original, “Levante”), de la debutante en el largometraje Lillah Halla (Saô Paulo, Brasil, 1981), que sigue la estela de su laureado cortometraje Menarca (2020), un relato de 22 minutos ambientado en una aldea brasileña y protagonizado por Nanâ y Mel, dos niñas que entran en la adolescencia y deben protegerse de una violencia ancestral, que se estrenó en la prestigiosa Semaine de la Critique del Festival de Cannes, al igual que su ópera prima, coescrita junto a María Elena Marón, que se centra en una fantástica jugadora de voleibol de 17 años que, en los días que ha sido observada para conseguir una beca internacional, se entera que está embarazada. 

Un guion poderoso y lleno de tensión con el mejor aroma de los thrillers psicológicos, que siempre han sido buenos vehículos para contar las encrucijadas emocionales, con una tremebunda atmósfera con el mejor aroma de los Dardenne,  donde la cámara está pegada al cuerpo y el alma de Sofía, la protagonista, sometida en una sociedad reaccionaria que persigue a las jóvenes que deciden abortar. La película nos conduce por una travesía urbana que nos llevará por varios lugares con el fin de interrumpir un embarazo que le impide seguir su progresión deportiva. La trama no es sensiblera ni almacena una narrativa complicada, todo lo contrario, porque todo se cuenta bajo la mirada de su personaje principal, pero no sólo se queda aquí, ya que el resto del equipo de voleibol, un equipo inclusivo de un barrio cualquiera de la periferia de Saô Paulo, ayuda a Sofía, tratando por todos los medios de encontrar una solución a su inesperado y difícil tesitura. No es una película de buenos y malos, porque vemos mucha complejidad y refleja de forma directa y de frente, la sociedad conservadora y católica que ejemplifica las políticas de Bolsonaro frente a esta oculta que dispone de solidaridad y fraternidad.  

Halla se acompaña de sus jefas de equipo que tuvo en el cortometraje Menarca, en la cinematografía Wilssa Esser, que ha trabajado con la directora Anna Muylaert de la que vimos por estos lares su extraordinaria Una segunda madre (2015). Su luz es intensa e íntima, en una película muy urbana, con esa textura gruesa y doméstica en la que tanto los interiores como los exteriores consiguen reflejar todo el contexto social por el que se mueven los personajes. En el montaje con Eva Randolph, también presente en Menarca, con una gran trayectoria que abarca más de medio centenar de títulos, que le ha llevado a trabajar en el campo documental, y con cineastas de la talla de René Guerra y Eryk Rocha, entre otros. Una edición que condensa de forma ajustada y concisa un metraje que se va a los 99 minutos donde nos someten a unos pocos días en los que nos vuela la cabeza siguiendo el periplo de Sofía y sus allegados tratando de conseguir un imposible. La música juega también un papel fundamental en la película, porque tenemos por un lado la composición de María Beraldo y Badsista, que acompaña con pausa y serenidad los avatares emocionales de los diferentes personajes, y los otros temas, de música urbana, de rap y reguetón que dan profundidad a las diferentes miradas y situaciones de las jóvenes en liza. 

Con el reparto la directora ha conseguido aunar jóvenes debutantes, después de un largo y arduo proceso de casting, como la magnífica Ayomi Domenica Dias que encarna con gran soltura y cercanía la gran montaña rusa emocional de su personaje Sofía, en una gran composición no sólo emocional sino muy física, donde las miradas y los gestos se mezclan con lo corpóreo. Le acompañan el resto del equipo de voleibol como Loro Bardot y Lorre Motta, etc… Y los adultos como Rômulo Braga como padre de Sofía, que lo hemos visto en películas de Walter Salles, Vinicius de Coimbra y Sérgio Machado, Grace Passô como la entrenadora y “madre” del equipo, una mujer firme que se enfrenta a lo establecido, Gláucia Vandeveld es la parte conservadora que usa la clínica para convencer a las niñas de no abortar, entre otros. Quedamos a la espera de futuras películas de la directora brasileña Lillah Halla porque su largometraje debut nos ha convencido por su magnífica mirada a los más desfavorecidos y sus conflictos cotidianos como el embarazo a una edad tan temprana y la imposibilidad de disponer de unos medios, ya sean económicos y sanitarios, que ayuden a llevar a cabo el aborto, y reflejo la realidad de su país de la forma en que lo hace, donde no hay rabia ni venganza, sino una forma natural y de verdad de mostrar unos hechos y las tremendas dificultades de las que los sufren. En fin, si el cine sirve para algo, está película es una buena muestra que sí sirve para algo, aunque sea para que sepamos la dureza y la injusticia que existe para muchos invisibles.  JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Las películas de fuera que me emocionaron en el 2014

El año cinematográfico del 2014 ha bajado el telón. 365 días de cine han dado mucho y muy bueno, películas para todos los gustos y deferencias, cine que se abre en este mundo cada más contaminado por la televisión más casposa y artificial, la publicidad esteticista y burda, y las plataformas de internet ilegales que ofrecen cine gratuito. Con todos estos elementos ir al cine a ver cine, se ha convertido en un acto reivindicativo, y más si cuando se hace esa actividad, se elige una película que además de entretener, te abra la mente, te ofrezca nuevas miradas, y sea un cine que alimente el debate y sea una herramienta de conocimiento y reflexión. Como hice el año pasado por estas fechas, aquí os dejo la lista de 13 títulos que he confeccionado de las películas de fuera que me han conmovido y entusiasmado, no están todas, por supuesto, faltaría más, pero las que están, si que son obras que pertenecen a ese cine que habla de todo lo que he explicado. (El orden seguido ha sido el orden de visión por mi parte)

1.- NYMPHOMANIAC, de Lars Von Trier

L’enfant terrible por excelencia del mundo cinematográfico atacaba de nuevo con una película de más de 4 horas de duración -estrenada en dos partes, como ocurrió con Kill Bill (2003-4) de Tarantino- donde contaba la historia de Joe, -una Charlotte Gainsbourg pletórica y admirable- desde que descubre el sexo en la adolescencia hasta la edad adulta, un cuarto de siglo donde su terrorífica adicción al sexo la obligaba a sumergirse en su propio descenso a los infiernos practicando todo tipo de actividades sexuales habidas y por haber. Trier manejaba muchos elementos:  filosofía, terror, social, relaciones humanas, familia, sexo explícito… y toda clase de situaciones que nos enfrentaban a los más terribles miedos humanos de los que nos podíamos escapar. Una cinta oscura, a veces siniestra, y brutal en todos los sentidos.

2.- A PROPÓSITO DE LLEWYN DAVIS, de Ethan y Joel Coen

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3.- HER, de Spike Jonze

La cinta de Jonza nos traslaba en futuro no muy cercano, que casi lo podíamos acariciar con las manos, donde un joven Theodore, -grandísima composición de Joaquin Phoenix- que se gana la vida escribiendo cartas para los que no tienen tiempo ni ideas, entretiene su soledad, en su piso de aires sintéticos,  colgado de internet buscando sistemas virtuales que le transporten a otras realidades. En uno de esos viajes por la red, encuentra un aplicación y comienza a hablar con un sistema operativo de compañía,  Samantha (donde escuchamos la voz de Scarlett Johanson). Jonze crea una atmósfera sin vida, donde todo el mundo anda conectado y perdido en los mundos virtuales que les ofrecen un mundo imaginario para satisfacer todas sus soledades y miserias. Un mundo irreal donde las relaciones humanas han desaparecido y el contacto físico se ha convertido en reliquia del pasado.

4.- EL VIENTO SE LEVANTA, de Hayao Miyazaki

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5.- LA IMAGEN PERDIDA, de Rithy Pahn

Pahn es un cineasta de la memoria, buena parte de su cinematografía se centra en la terrible dictadura que asoló su país, Camboya, durante los años 1975 y 1979, por parte de los Jemeres Rojos, y su sistema fascista, terrorífico y asesino que llevó a la muerte un tercio de la población. Siguiendo la línea de S-21: La máquina de matar de los Jemeres Rojos (2003), vuelve al lugar de la tragedia, pero esta vez lo hace de una manera singular e muy imaginativa. La falta de imágenes de los campos de trabajo forzados, le hace inventarse un mundo de figuras de barro que recrean aquellos trágicos lugares perdidos en la selva. La película es brutal y aplastante, su sencillez formal y su sabiduría dramática agarran al espectador dejándolo sin aliento y descompuesto. Una obra contundente, desgarradora y brutal de uno de los directores más interesados en desenterrar los lugares vacíos de la memoria.

 6.- STRAY DOGS, de Tsai Ming Liang

El cine del taiwanés está estructurado a través de mecanismos que viajan a contracorriente del mundo veloz, caótico y desenfrenado en el que nos movemos. Su cine es todo lo contrario, sus planos secuencia larguísimos, su modo de observación y contemplación de la sociedad que le rodea, su mirada onírica, y a veces malsana y su peculiar manera de observar a sus personajes, le han convertido en uno de los directores contemporáneos más estimulantes e interesantes. Aquí nos retrata una familia que componen la pareja y sus dos hijos que viven, o tendríamos que decir, sobreviven en un edificio ruinoso sin más ilusiones o esperanzas que las que les depara el día a día. El plano final con el que cierra su película, (de 20 minutos de duración, donde encuadra a sus dos protagonistas) se convierte así en el mejor ejemplo donde se apoya su admirable radicalismo cinematográfico.

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7.- SÓLO LOS AMANTES SOBREVIVEN, de Jim Jarmusch

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8.- OMAR, de Hany Abu-Assad

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9.- BOYHOOD, de Richard Linklater

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10.- WINTER SLEEP, de Nuri Bilge Ceylan

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11.- DOS DÍAS, UNA NOCHE, de Jean-Pierre y Luc Dardenne

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12.- PERDIDA, de David Fincher

La cinta de Fincher arranca una mañana en uno de esos lugares residenciales donde todo parece ir bien. La desaparición de una joven esposa que ha triunfado en su profesión como escritora de libros para niños hace destapar un mundo de apariencias, en el que todos mienten y viven una vida falsa y sin sentido. La película es un cruce entre el cine noir más clásico, y la crítica brutal a unos medios de comunicación más dados a lo cirquense que a su profesión de descubrir la verdad y contarla, donde el marido y su familia y amigos se lanzan a buscar a la desaparecida, cuando a mitad de la trama, el director nos desvela la verdad, y la cinta se adentra en un mundo sucio y mugriento de mentiras, complejos, miedos y frustraciones que llevan a unos personajes a engañarse a sí mismos en pos de sus objetivos inhumanos y terribles. Unos Ben Afleck y Rosemunde Pike realmente brillantes en sus respectivas composiciones.

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13.- JAUJA, de Lisandro Alonso

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