Las gentiles, de Santi Amodeo

LAS JÓVENES SUICIDAS.

“Llega un momento en que algo se rompe en tu interior, y ya no tienes ni energía ni voluntad. Dicen que hay que vivir, pero vivir es un problema que a las larga lleva al suicido”

Umberto Eco en “El cementerio de Praga”

Muchos hemos visto la película corta Bancos y el largometraje El factor Pilgrin, ambos del 2000, y dirigidos por el tándem Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971) y Santi Amodeo (Sevilla, 1969), unos trabajos de culto que despegaron dos filmografías que siguen dando guerra veintidós años después. Amodeo siguió con Astronautas (2003), en la que se centraba en las difíciles relaciones de un ex yonqui en pleno proceso de integración en la sociedad  y una adolescente perdida y en busca de su hermano desparecido, y Cabeza de perro (2006), un chaval con una rara enfermedad neurológica conoce a una joven inquieta y alocada. Dos películas que ponían el foco en el final de la infancia y la primera juventud a través de dos jóvenes bastante a la deriva, sin futuro y relacionándose con tipos difíciles. La tercera parte de la trilogía iba a ser Las gentiles, pero las circunstancias imposibilitaron el proyecto y la carrera del director sevillano continuo con trabajos más industriales como la serie Hispania (2010), y los largometrajes ¿Quién mató a Bambi? (2013), y Yo, mi mujer y mi mujer muerta (2019).

Ahora, Amodeo ha podido retomar su proyecto guardado en un cajón y ha parido Las gentiles, coescrita junto a un grande como Rafael Cobos, el colaborador más estrecho del citado Alberto Rodríguez. Un relato intenso y magnífico que protagonizan un grupito de chicas adolescentes que piensan a menudo en el suicidio, sobre todo, dos de ellas. La película situada en Sevilla, como muchas de la filmografía del director, se sumerge de forma natural y sin estridencias en la cotidianidad de cinco amigas. Tenemos a Pacheco, Moriñigo, Tere, y las dos amigas del alma, la Corrales, con tendencias suicidas, y Anita, la voz cantante de la película, porque la historia está contada a través de ella, su intensa y bella mirada se hace con el retrato de la película, contándonos su vida y por ende, la del resto, a través de su realidad, de su entorno y demás. Amodeo huye de la condescendencia y el sentimentalismo para mirar a sus chicas de forma profunda y sensible, sin caer en el manierismo, sino todo lo contrario, en dejar que su cámara las siga y las deje hablar, hacer y experimentar.

Una excelente cinematografía de Álex Catalán, también productor asociado, que ha trabajado en cuatro de las cinco películas del cineasta sevillano, que captura unas vidas en continuo movimiento, donde las acompañamos en el instituto, en sus clases, en sus botellones, sus viajes por internet, sus fotos y videos, su música, bien seguidas por las animaciones marca de la casa del cine de Amodeo y la música, que firman el propio director, la cuarta de sus películas, junto a Bronquio. Sintonías y ritmos muy bien elegidos que detalla y nos sumerge en esos microcosmos vertiginosos y alucinógenos, donde hay una verdad y mentiras poliédricas entre la realidad y las redes sociales, donde el montaje de José M. G. Moyano, un habitual de Amodeo, y Darío García García (con experiencia en documentales, la serie La peste y el próximo estreno de Rendir los machos, de David Pantaleón), sabe introducirnos en esa vorágine de vidas, de experiencias sin fin, de pensamientos, ideas, reflexiones y demás emociones, donde todo se vive de forma intensa y a toda velocidad, sin tiempo.

Las gentiles se detiene en la juventud, en ese período transitorio donde todavía no eres de un lugar ni del otro, como si fueras náufragas sin isla, vagando sin rumbo, esperando que algo ocurra, cuando ocurre la vida, a veces vacía, a veces llena, y casi siempre sin saber que pasa. Unas chicas jóvenes con esas vidas complejas, inseguras y llenas de dolor, de rabia y perdidas, unas chicas que siguen a aquellas dos como Teresa Hurtado de Ory de Astronautas, y Adriana Hugarte en Cabeza de perro. También, habla de falta de comunicación en las familias, de unas vidas no satisfechas que parecen escaparse no se sabe dónde, y se profundiza de forma realista e íntima del suicidio, sin caer en la típica película de género que lo usa como excusa, aquí es el centro de todo y se habla desde la sencillez y la realidad de sus vidas, sin intentar ningún discurso ni cosas por el estilo. Las mencionadas Teresa y Adriana ya demostraron el buen hacer de Amodeo con las debutantes como vuelve a demostrar con el extraordinario quintero de Las gentiles.

Un grupo que forman Alva Inger, Lola Buero, Olga Navalón, y las dos más principales: Paula Díaz en la piel de Corrales, la antítesis de África de la Cruz como Anita, la autentica alma mater de la película, una fiera de la actuación, de la mirada y la gestualidad, todo un maravilloso descubrimiento que deseamos que siga en la interpretación y ofreciendo personajes tan humanos y cercanos como su Anita, uno de esos personajes que no se olvidan con facilidad, que lo dice todo con una mirada y que, sobre todo, se mueve, siente y padece de forma muy hacia adentro, muy suya, que acapara cada encuadre en el que aparece, llenándolo todo. Celebramos con entusiasmo esta vuelta de Amodeo al cine más personal, reflexivo y auténtico, ese cine que cuenta lo que nos pasa, y lo forma humana y vital, donde no hay proclamas ni tesis, sino toda una amalgama de sensaciones, emociones y experiencias que viven las inolvidables protagonistas y además, se atreve a hablar de forma clara y transparente del suicidio entre los jóvenes, y haciéndolo como lo hace, de forma verdadera y honesta. Todo un lujo de película y una de las hermosas, profundas y sencillas aproximaciones de la juventud de aquí y ahora. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

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