Edificio España, de Victor Moreno

Edificio_Espa_a-411027524-largeLA AGONÍA DEL NAUFRAGIO

En el arranque de Mercado de futuros, de Mercedes Álvarez vemos a un grupo de operarios vaciando una vivienda que acaba de ser vendida. La película de Álvarez continúa el camino de los objetos y muebles hasta su destino final en el mercado de los encantes, donde se amontonan a la espera de encontrar algún vendedor. Objetos que sacados de su entorno original pierden lo que eran para convertirse en otra cosa, quizás en algo mejor, o quizás en lo que nunca fueron, y pasan irremediablemente a no ser, a pertenecer a los objetos que ya nadie quiere, que todos olvidan. Edificio España, de Víctor Moreno comparte con la película de la realizadora soriana, la fascinación por los objetos y lugares olvidados, esos sitios fantasmales que albergan muchas historias de antes, que ellos nos quieren contar a través de los elementos actuales. Relatos que nos hablan de eso mismo, de un lugar que ya no es, que dejó de ser, y pertenece al mundo espectral, al espacio de los recuerdos, a ese lugar que fue, pero que ya nadie recuerda porque todos olvidaron. El realizador canario ha elegido el emblemático edificio España, mastodóntica construcción que se alza en pleno corazón de Madrid, inaugurado en 1953, y convertido en los años 60 en ejemplo del desarrollismo económico del régimen franquista, lugar que albergaba oficinas, viviendas, galerías comerciales y el lujoso hotel Plaza España. Venido a menos en los años 70 por la edificación de otros edificios, sus años de esplendor comenzaban a ser un puro espejo, una inmensa ciudad espectral que desaparecía al unísono del régimen que representaba. Olvidado y resquebrajado por los albores del tiempo, a finales de los noventa un grupo inversor lo adquirió y proyectó un gran obra que empezó en 2007 con el vaciado y demolición con obreros de más de doscientas nacionalidades distintas. En ese instante, arranca la película de Moreno, agarrado de su cámara penetra en los laberínticos pasillos, habitaciones y demás lugares del edificio para reconstruirnos su memoria y ser testigo de su nueva vida. El relato se despieza siguiendo la cotidianidad de los obreros, acompañando a los guardias de seguridad que van explicando su experiencia en el edificio. Moreno los filma tranquilamente, su visión distante y segura es la de un observador que mira cada detalle, cada gesto y objeto, se detiene en los lugares, en lo que queda de ellos, lo que fueron, qué había, cómo se distribuían, también, se tropieza con algún vecino a punto de salir de la casa que habitaba. Los recuerdos se amontonan, es tiempo de fantasmas, de viajar al pasado, de investigarse a uno mismo y buscar donde se pertenece o de donde se viene. Moreno no solamente habla de la memoria o el pasado de un edificio, sino también, de la memoria de una parte de la historia de este país que el tiempo ha llenado de sombras y la está desvaneciendo. Dos años después, debido a la crisis económica que no parece tener fin, las obras se detienen, el edificio vuelve a quedar vacío y sin ningún destino en puertas. Moreno vuelve al lugar del crimen, filma de nuevo el edificio, – como hiciese Àgnes Varda con sus criaturas -, ahora ya no sigue a nadie, sigue a la nada, a la sombra, el vacío, lo que es, investiga sus rincones, sus paredes, lo que queda de el… Su película no se acaba, continúa aunque no siga filmando, porque el lugar sigue ahí, a la espera de encontrar su destino convertido en un nuevo lugar o su final…

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