Independiente, madura, sola y ¿feliz?
Irene es una mujer de cuarenta y tantos años, atractiva, elegante y distinguida. Le encanta su trabajo como inspectora de hoteles de lujo para la prestigiosa cadena Leading Hotels. Su tiempo se debate entre hoteles, maletas y viajes, muchos viajes, aunque su profesión ocupa todo su tiempo, en cambio, su vida personal no existe, puede que se encuentre perdida en algún lugar, entre su flamante apartamento que se ha convertido en un lugar sin vida, y las personas de su entorno, las cuáles parece que tampoco le llenan lo suficiente, o quizás Irene ya no encaja con ellas: Andrea, su ex pareja, que ahora es su mejor amigo y va a ser padre, y Silvia, su hermana pequeña, que es su antítesis, es una esposa aparentemente feliz, y madre de dos niñas. Maria Sole Tognazzi –hija del grandísimo actor Ugo Tognazzi-, y como su personaje, pasa de los cuarenta y no tiene hijos, centra su tercera película (las dos anteriores inéditas en nuestras carteleras) en la figura de una mujer madura, que goza de independencia económica, pero ha elegido estar sola, decisión que choca frontalmente con la idea imperante de la familia tradicional italiana, si bien, encontrarse con hombres maduros en esa situación no sorprende, ocurre todo lo contrario con la visión que tenemos de las mujeres de la misma edad. La opción de no tener hijos, de mantener relaciones esporádicas, y ocupar la mayoría del tiempo en desarrollarse profesionalmente, es una práctica cada vez más empleada por muchos individuos como una opción de vida, alejada del convencionalismo imperante de las sociedades modernas neoliberales. Tognazzi nos conduce de la mano a través de lugares lujosos, empieza en París, pasa por Roma, nos lleva a la exótica Marraquech, para dejarnos en Berlín, y despedirse en un aeropuerto, quizás una bella metáfora del discurrir vital de la protagonista, una vida en constante tránsito. Una comedia ligera, sin artificios, naturalista, la cámara de la realizadora italiana muestra y observa, no juzga y tampoco, se deja llevar, de manera que los espectadores miramos a una mujer que disfruta con su trabajo y se relaciona con muchas personas, y de todas y cada una de ellas, saca una lección positiva o negativa. Las circunstancias que le van a estallar en las narices llevan a Irene a replantearse ciertas actitudes y sentimientos, porque aunque adore su trabajo, también adora que la quieran y le gusta sentirse importante para las personas que la rodean y quiere. Marguerita Buy –actriz de reconocida trayectoria desarrollada principalmente en el país transalpino, donde ha trabajado con directores de la talla de Monicelli, Moretti, Verdone, Luchetti…- nos ofrece una composición maravillosa, interpreta la gran variedad de matices que despliega su personaje, los gestos y las miradas de esta mujer que algunos la verán como una persona solitaria incapaz de amar, y otros, como alguien que vive su vida sin importarte lo que piensen los demás.