Dardara, de Marina Lameiro

LA ÚLTIMA FIESTA.

“He aprendido mucho en este camino, sigo siendo un ignorante. Sorprendido, presionado, amado, sobrevalorado, censurado, satisfecho, vacío, hambriento, libre. Pero esclavo de todo esto. Agradecido y orgulloso por todo lo conseguido. Tan compañero como enemigo. Abrazado por una masa de gente y solo al mismo tiempo. Gritando en silencio. Sigo aquí pero ya me encuentro en otro lugar. Deseando parar. Y con miedo de que todo termine”.

La banda de rock se llama “Berri Txarrak” (en castellano, Malas noticias), se han pasado un cuarto de siglo tocando en euskera, picando piedra no solo en su tierra y el resto del país, sino que se han lanzado a territorios inhóspitos y difíciles como Alemania, Japón, Estados Unidos o México. Después de tantos años en la carretera, que se han traducido en 9 discos de estudio, más un recopilatorio, más de mil cien conciertos, y haber contado con productores que han tenido en su carrera a gente como Nirvana, Pixies, The Cure, etc… El terceto de los “Berri Txarrak” decide parar la travesía y cambiar de camino, para ello, montan una gira de despedida, la “Ikusi Arte Tour”, que girará por medio mundo con 70 directos para finalizar en noviembre de 2019. Una despedida que querían registrarla, documentar su adiós, o llamado de otra forma, la última fiesta con su público, con todos aquellos que los han seguido allí donde iban.

De Marina Lameiro (Pamplona, 1986), conocíamos su opera prima Young & Beautiful, de hace tres años, un documento íntimo y naturalista, que ponía voz a unos amigos y amigas de la directora, que llegados al borde los cuarenta, hacían balance de sus vidas y de ese futuro negro que les espera. Su segundo trabajo, aunque va por otros lares, sigue en la misma línea que su primera película, ya que la directora navarra filma la gira, con sus conciertos, que se mueven entre lo multitudinario de algunos, con las salas más pequeñas, tanto cerrados como en espacios abiertos, donde no solo seguimos y conocemos a los integrantes del grupo, sobre todo, a su líder y voz Gorka Urbizu, con todas esas contradicciones de la persona y músico, de despedir una época brutal de su vida en la cúspide, y las dudas y miedos de empezar una nueva andadura como músico con otros zapatos y en otras cuestiones. Lamiero lo filma en su intimidad, lejos del público, en su hogar, mientras camino, compone o se relaciona con los suyos, rememorando sus inicios, tanto de él como de la banda.

La película, con buen criterio e inteligencia, no solo se queda en la parte del grupo, sus canciones y sus movidas, sino que va mucho más allá, mirando al otro lado, al contraplano tan necesario en un oficio en que el público lo es todo, y captura a todos aquellos de nacionalidades y culturas diferentes que son también parte de este viaje de la banda, una alemana que sigue al grupo allá donde vaya, unos mexicanos que descubren la banda, una joven que se gasta todos sus ahorros para verlos, y una madre y su hija pequeña, auténticas fan de las canciones espirituales, sociales y reivindicativos de un grupo cañero, honesto, y sobre todo, lleno de carisma, que destilan pasión y amor por su música, por su idioma euskera, y por encima de todo, han sido fieles a su pasión y a su público, olvidándose de modas, corrientes y demás mandatos industriales. El febril, fragmentado y magnífico montaje de Diana Toucedo, que vuelve a repetir con Lameiro en su segundo trabajo, parte fundamental en una película que sigue a la banda por medio mundo, con constantes cambios de escenarios, de luz, y de circunstancias, que llevaron a la cineasta navarra y a su equipo por varias ciudades y veintitrés conciertos de los setenta que englobaba la gira.

Dardara (que viene a traducirse como “temblor”), esa pasión e intensidad de hacer y compartir la música, recoge el aroma y la maestría de otros títulos míticos del documento sobre el rock y sus nombres como los Gimme Shelter (1970), de Albert y David Maysles, Joe Strummer: The Future Is Unwritten (2007), de Julien Temple, When You’are Strange (2009), de Tom DiCillo o Searching for Sugar Man (2012), de  Malik Bendjelloul, todos grandes trabajos sobre la música, los que hay detrás y los que hay delante, recogiendo todo el computo que es un grupo de rock, y todo lo que arrastra, recogiendo ese espíritu indomable, firme, y resistente, de aquellos que creen en su pasión, en su fuerza, en su trabajo, y en las ganas y valentía que le ponen en lo que hacen, como lo ha construido Lameiro que vuelve a seducirnos y emocionarnos con un relato desde las entrañas, desde el amor a la música, y sobre los músicos, y el público que siempre está ahí, en una gira de despedida que ya no es solo eso, sino que ha originado una película que es ante todo, una historia de veinticinco años vital contada desde el presente, un presente continuo, intenso, febril, que no se detiene, que sigue y sigue, entre conciertos, reflexiones, pasado, futuro, los rostros del público, y envolviéndonos en una música que ya forma parte de la leyenda de la música en euskera, registrada de manera brillante e intimista por los siglos de los siglos. Larga vida a BERRI TXARRAK y al rock’n’roll!!! JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA