El pasado 4 de mayo el Festival Internacional de Cinema D’Autor de Barcelona echaba el cierre, atrás quedaban 10 días de abrumador e intenso cine. El D’A ha ofrecido en esta edición, la número 4, 62 títulos repartidos en 7 secciones (Direccions, Sessions Especials, Talents, Un Impuls Col.lectiu, À toute vitesse, Auditoria Catalana y la Retrospectiva a Denis Coté), amén de la película inaugural y clausura. Ahora toca recogerse, como se decía antes, y hacer análisis de todo lo visto que no ha sido poco, aunque como suele ocurrir en casos como el que nos atañe, uno siempre acaba con la sensación de haberse perdido nombres y títulos que debería haber visto, y por otro lado, uno piensa que debería haberse perdido algún título de lo visto por otro que no vio. Pero, es el mismo cuento de siempre, y la naturaleza festivalera invita a eso mismo, que no es otra cosa que a acudir a los certámenes a descubrir, experimentar y sobre todo, a dejarse llevar por todo lo que uno vea que en cualquier caso, nunca será mucho ni poco.
Arrancamos esta crónica del D’A con la sección DIRECCIONS, quizás la más potente del festival, la que mira a los más granado autoral de la temporada: EXHIBITION, de Joanna Hogg. Ejercicio interesante sobre el espacio que nos propone la realizadora británica en su tercer largometraje. Huyendo de cierto tipo de convencionalismo clásico, Hogg reflexiona sobre la relación de los seres humanos y el espacio que ocupan. En este caso, una casa, en la que han habitado durante más de 17 años la pareja protagonista, él, arquitecto, y ella, artista performance, que viven y trabajan en este medio. La cámara de Hogg lo retrata de manera distante, mecánica y fría, haciendo especial hincapié en como las personas nos relacionamos con nuestro entorno próximo, y acabamos confundiéndonos con nuestros objetos, y sobre todo, de qué manera nos llegamos a sentir desnudos alejados de estos. LA JALOUSIE, de Philippe Garrel. Uno de los nombres más importantes del cine francés desde la segunda mitad del S. XX, con más de 30 títulos a sus espaldas. Después de Un verano ardiente, dónde trabajó con el color, vuelve a su hábitat natural, a su blanco y negro, a sus historias íntimas y sentimentales, a sus personajes perdidos y a la deriva, a los celos y a las infidelidades. Esta vez nos muestra una pieza de cámara, protagonizada por sus dos hijos, Louis y Esther, que curiosamente hacen de padre e hija. El relato es más ligero, más íntimo y con más humor que sus anteriores trabajos. En algunos momentos nos recuerda a Rohmer, pero Garrel sigue a lo suyo, continúa reflexionando de manera brillante sobre las inquietudes y constantes que vertebran todo su cine: el amor y sus consecuencias. O HOMEM DAS MULTIDÕES, de Cao Guimarães, Marcelo Gomes. Basada libremente en un cuento de Edgard Allan Poe, nos sumerge en la vorágine de una gran ciudad brasileña, que podría tratarse de cualquier urbe, para centrarse en la figura de un apocado y callado conductor de trenes, que lleva una vida austera y muy disciplinada, alejada de sorpresas. Todo cambia el día que una compañera de trabajo lo invita a salir. Entre los dos nace una relación donde abundan los silencios y las miradas en la que apenas se dirigen una palabra. La película brasileña añade el atractivo de haberse rodado en un formato curioso, el 3×3. Un ejercicio estimulante que en su propuesta sencilla y directa nos vienen ciertos ecos del cine de Kaurismaki. El relato es interesante en su descripción de cómo las grandes urbes anulan a sus ciudadanos convirtiéndolos en meros autómatas. REDEMPTION, de Miguel Gomes. Pieza de 27 minutos dirigida por el autor de Tabú, nos ofrece un ejercicio dónde nada es lo que aparece. Apoyándose en imágenes de archivo históricas y domésticas donde se relata las vidas de diferentes personas que desconocemos, acompañado de unas voces en off de diferentes idiomas. Una obra experimental de profunda carga poética en el que al final se desvelará la intención que persigue mostrándonos la identidad de los protagonistas. Trabajo donde Gomes sigue experimentando con su tema favorito: la memoria. Su película nos remite a Human remains (1998), de Jay Rosenblatt, cortometraje que utilizando imágenes de archivo domésticas profundizaba en la parte humana y desconocida de algunos de los dictadores del S. XX (Hitler, Mussolini, Stalin, Mao Tse Tung, Franco).
STRAY DOGS, de Tsai Ming-Liang. El cine del taiwanés está estructurado a través de mecanismos que viajan a contracorriente del mundo veloz, caótico y desenfrenado en el que nos movemos. Su cine es todo lo contrario, sus planos secuencia larguísimos, su modo de observación y contemplación de la sociedad que le rodea, su mirada onírica, y a veces malsana y su peculiar manera de observar a sus personajes, le han convertido en uno de los directores contemporáneos más estimulantes e interesantes. Aquí nos retrata una familia que componen la pareja y sus dos hijos que viven, o tendríamos que decir, sobreviven en un edificio ruinoso sin más ilusiones o esperanzas que las que les depara el día a día. El plano final con el que cierra su película, (de 20 minutos de duración, donde encuadra a sus dos protagonistas) se convierte así en el mejor ejemplo donde se apoya su admirable radicalismo cinematográfico. VIC + FLO ONT VIU UN HOURS, de Denis Cõté. El realizador quebequés vuelve a mostrarnos un relato opresivo, cerrado y sin fisuras. Ahora se interesa por una mujer sesentona que acaba de salir de la cárcel y para escapar de su entorno huye a una cabaña en el bosque que pertenece a su familia. Unos días después, llega su compañera de celda con la que mantiene una relación. La apacible búsqueda de la paz en la naturaleza, no resulta tan tranquila como pretendía. Las constantes en el cine de Cõté aparecen: el aislamiento, la incomunicación, la dificultad de mantener relaciones y las amenazas interiores y exteriores del ambiente. Cõté se toma su tiempo para introducirnos en su territorio malsano y corrompido, sus dos criaturas no sólo tienen que convivir con sus problemas sino que algo del exterior, en este caso del pasado, vuelve a pedir cuentas. SHIRLEY: VISIONS OF REALITY, de Gustav Deutsch. La propuesta de llevar a la ficción 13 de las grandes pinturas del pintor norteamericano Edward Hopper, se antojaba a la vez que atractiva, tremendamente sugerente. El planteamiento del realizador austriaco se basa en contarnos 30 años de la vida de una estadounidense y los acontecimientos históricos que va viviendo: desde la época de la gran depresión hasta el macarthismo. Quizás el estatismo que decora toda la película corre en su contra, y también, cierto ensimismamiento en la contemplación de la pintura hopperiana. Una obra visualmente conseguida en trasladar el universo extraordinario del pintor, pero en cierto modo, es en ese sentido donde el relato pierde fuelle y su propia naturaleza juega en su contra, regodeándose en su apariencia y olvidándose de su contenido. CUBA LIBRE, de Albert Serra. Pieza de 20 minutos, filmada como homenaje al músico Günther Kaufmann, habitual de las películas de Fassbinder. Mientras Serra rodaba para el Festival Documenta de Kassel una obra sobre Hitler, Goethe y Fassbinder de una duración de 10 horas, tiene conocimiento del fallecimiento del músico, y aprovecha para rendirle un sincero y digno homenaje con este trabajo en el que un músico amigo suyo de raza negra canta tres canciones de Kaufmann en un bar de decoración setentera. Un trabajo brillantemente bien filmado que atrapa al espectador con la música que nos recuerda al universo del cineasta alemán.