Maleïda 1882, de Albert Naudín

EL POETA, SU TIEMPO Y LA MONTAÑA.

“El cor de l’home és una mar, tot l’univers no l’ompliria”

Jacint Verdaguer

La figura de Jacint Verdaguer (1845-1902) sacerdote y poeta romántico, figura esencial del movimiento literario “Reinaxença” y considerado por muchos el fundador de la literatura moderna, se convierte en el centro de la acción de la película, para detenerse en el verano de 1882, porque durante el mes de julio recorrió solo o en compañía, el poeta recorrió una ruta extensa por el Pirineo catalán con el objetivo de alcanzar la cima del Aneto, conocida por entonces como la montaña más alta de Cataluña, popularmente llamada como la “Maleïda”, un viaje que le inspiró para escribir su poema más conocido Canigó. El director Albert Naudín, de profesión ingeniero y apasionado de la montaña y el alpinismo, y de oficio, cineasta, en el que ya ha dirigido algunas piezas sobre la montaña, su belleza, misterios y secretos, se lanza a sumergirnos en la aventura de Verdaguer construyendo una película hibrido entre la ficción y el documento, en la que nos sumerge en tres tiempos que conviven fusionando.

En el primero, Bernat Gasull, biólogo y escritor, conocedor de la figura y obra de Verdaguer, y autor de dos libros sobre su persona como Les ascencions de Verdaguer al Pirineu  y en el 2015, Maleïda, L’aventura de Jacint Verdaguer a l’Aneto sobre el ascenso del poeta al Aneto, y germen de la película. Gasull adopta la figura de narrador omnipresente, como ocurría en la obra shakesperiana, en el que mientras va recorriendo los lugares de la ruta del poeta nos va explicando la realidad que se vivía en el verano de 1882 y las posteriores vicisitudes históricas que han sufrido el paisaje. En el segundo, asistimos a una ficción en la cual vemos al poeta con sus acompañantes recorriendo los lugares de la montaña y los diferentes pueblos, relacionándose con sus gentes y costumbres, y el tercer tiempo, en que un inmenso y sobrio Lluís Soler interpreta al poeta en 1901, cuando a través de sus versos rememora la peripecia vivida casi veinte años atrás (en un pasaje que recuerda a la estructura de El nombre de la rosa, cuando un anciano Adso de Melk recordaba su aventura años atrás). Las diferentes realidades de aquel tiempo, finales del siglo XIX se mezclan de manera absorbente e hipnótica en este viaje, en esta aventura de alguien de su tiempo, pero contestatario, rebelde y de espíritu libre, que se lanzaba a los caminos a conocer, a visitar in situ su espacio y paisaje que luego plasmaba de forma tan poética y brillante en sus poemas y escritos.

La película nos muestra al hombre que había detrás del poeta, a alguien sencillo, a un ser humano lleno de vida, de experiencias y sabiduría, a alguien que amaba su tierra y sus gentes, y una gran conocedor de su entorno y del carácter humano, de todo aquello que a simple vista se nos escapa, con una inmensa capacidad para el verso y la poética, para ver más allá, para mostrarnos las entrañas de aquello que se nos escapa, de hacernos sentir el latido del paisaje y de la montaña como si viviera en nuestro interior, a alguien apasionado, con unas inmensas ganas de vivir, de mirar y sentir la vida y la naturaleza que lo rodeaba. La película que apenas llega a la hora de metraje, tiene la virtud de condensar una apabullante información, tanto histórica como social, imponiendo un ritmo ágil y ameno, llevándonos de un tiempo a otro, dejándonos tiempo para abrumarnos con la belleza plástica de sus imágenes sobrevolando las montañas y el paisaje bello, angosto y difícil  que se alza ante nosotros, sorprendidos por sus historias, sus huellas del pasado, sus laberínticos caminos, sus enormes dificultades, el riesgo que conllevaba cruzar ciertos caminos y montañas, pasando de la belleza al peligro, dejándonos llevar por este camino a la vera del poeta, del conocedor de las palabras, del alma de la naturaleza y el espíritu de la montaña, complejo y bello a la vez, un órgano majestuoso y peligroso que se alza imponente ante la mirada de Verdaguer y de nosotros, mostrando todo su ser y magnificencia.

Naudín combina de forma natural y estupenda todos los elementos, creando ese espacio de cine, vida, naturaleza y poesía que casa a las mil maravillas, escarbando cada lugar y su memoria de forma íntima y profunda, y seduciéndonos con los momentos con el actor Lluís Soler, donde la película  se eleva con la brillante y sublime presencia del intérprete, construyendo un espacio donde la vida y la poesía se funden de forma magistral, acompañada de esa voz sobria y magnífica con la que va recitando los versos de Verdaguer, mostrándose como un especialista en la materia, dejándonos saciados de sabiduría, tiempo, memoria y esplendor por la belleza de las palabras, y de su inabarcable contenido. Una película que no solo gustará a todos aquellos amantes de la poesía y la literatura de Verdaguer, sino que también maravillará a todos aquellos que aman el cine, la literatura, la aventura, la naturaleza y sobre todo, la capacidad inmensa del lenguaje como herramienta fundamental para la transmisión del conocimiento y del alma de las cosas, objetos y materias. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA


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