UN AMOR PROHIBIDO.
Cuando todavía está caliente el éxito de Una mujer fantástica, nos llega un nuevo trabajo de Sebastián Lelio (Mendoza, argentina, 1974) en el que hay cohabitan varios elementos muy significativos en su cine: volvemos a mirar retratos femeninos que, ya sea por la conservadora sociedad o los conflictos internos, estas mujeres se ven envueltas, muy a su pesar, en muros infranqueables y oposiciones del entorno que los rodea, aunque, sus ansias de vivir y sobre todo, de hacerlo libremente, les conducirá a enfrentarse a todos y también, a ellas mismas. Tanto Gloria, aquella mujer de mediana edad que quería vivir su vida alejada de todos los convencionalismos sociales habidos y por haber, o Daniela Vega, la transexual que protagonizaba la mencionada Una mujer fantástica, que se reivindicaba en su identidad y en un amor puro y honesto. Ahora, ese rol lo interpreta el personaje que hace Rachel McAdams, Esti es un personaje encerrada en una comunidad judía ortodoxa con sus leyes machistas y demás imposiciones contra las mujeres, como llevar peluca y vestir de negro fuera de casa, por ejemplo, y rendir pleitesía a su marido, un rabino que interpreta Alessandro Nivola.
La llegada de Ronit Khruska, el personaje de Rachel Weisz (hija del rabino anciano que acaba de fallecer) cambiará ese estado de conformismo y apariencias, despertando el pasado, un pasado en el que los tres implicados eran uña y carne, y sobre todo, entre las dos mujeres, que mantuvieron una relación oculta en el pasado. Lelio rueda por primera vez en otro idioma, deja el castellano para hacerlo en inglés, y en otro ambiente, en Hendon, uno de esos barrios londinenses donde la burguesía mantiene sus costumbres y raíces ancestrales. Se inspira en la novela homónima de Naomi Alderman, en un guión firmado junto a Rebecca Lenkiewicz (autora entre otras del guión de Ida) para construir una película en las entrañas de una comunidad judía ortodoxa, regida por creencias antiguas y con formas, tanto íntimas como sociales, muy estrictas, en un mundo dominado por hombres (como ocurría en Yentl, de Barbra Streisand, en la que la protagonista se disfrazaba de hombre para poder estudiar) unos hombres que hacen y deshacen, sin contar con las mujeres, en el que ellas deben obedecer, convertirse en agradables esposas y estupendas madres.
Ronit, que huyó despavorida en el pasado, vuelve con otro rostro, es fotógrafa de profesión, y vive de forma liberal en Nueva York, todo lo contrario que Esti, y su llegada despertará de forma inevitable el amor que tuvieron en el pasado, sin que nada ni nadie les impida llevarlo a cabo, pero, en una comunidad tan cerrada y pequeña, al final todo lo que ocurre se sabe, y Dovid, el marido de Esti, tomará cartas en el asunto. Lelio compone una película íntima y sencilla, con esos colores fríos, apagados y oscuros que reinan por la película, sobre todo, en los ambientes cerrados, en un gran trabajo del cinematógrafo Danny Cohen (autor de La habitación o This is England, entre otras) aumentando esa sensación de prisión, de ahogo, de atmósfera irrespirable que tiene Esti y también, en menor medida, Ronit, para contribuir a un estado de ánimo donde los espacios cerrados, en casas vacías, o la noche, como aliados para consumar su amor sin el miedo de ser vistos y denunciados, un amor prohibido que contribuye a esa idea de anulación e invisibilidad que tienen las mujeres en la comunidad.
Lelio ha contado con un estupendo trío protagonista que maneja el relato dejándose llevar por sus emociones ocultas, por aquello que no se dice, no se expresa, por aquello que guardamos, no sólo para los demás, sino también, para nosotros mismo, aquello que está prohibido, que no puede ser, en una trama donde se profundiza en las relaciones complejas entre aquello que dicta la fe y las convenciones sociales, y lo que realmente sentimos, en esa lucha interna entre lo que debemos a hacer y lo que realmente queremos hacer, donde la religión juega un papel inmenso en el devenir de la historia, aunque la película utiliza ese contexto para hilar una historia de amor intensa y apasionada, donde dos mujeres se aman sin remedio, donde se ocultan por miedo, aunque eso no les impide que las emociones sigan su curso y nada ni nadie pueda detenerlas, porque el amor es así, su propia naturaleza imprevisible e incierta nos convierte en esclavos de sus designios más profundos.