Brasserie Romantic, de Jöel Vanhoebrouck

Brasserie_Romantic-697602053-largeESA COSA LLAMADA AMOR

En su aclamada y deliciosa novela Amor se escribe sin hache, el escritor Enrique Jardiel Poncela se reía a carcajadas de las novelas rosa, del amor y sus absurdos, y lanzaba dardos del tipo: “El amor es como las cajas de cerillas, que desde el primer momento sabemos que se nos tiene que acabar, y se nos acaba cuando menos lo esperamos”. De amor y otras catástrofes o menesteres nos habla el realizador belga Jöel Vanhoebrouck –fogueado en series televisivas- en su puesta de largo, -filmada en Bélgica y hablada en alemán, que nos llega con tres años de retraso-, y no sólo de amor, sino también de comida, porque su película se sitúa en las cuatro paredes del restaurante la Brasserie Romantic durante la noche de San Valentín. En ese lugar acogedor donde sirven buena comida, se cruzan una serie de personajes variopintos de diferentes edades y condición social que andan perdidos y quién no, en cuestiones sentimentales. Pascaline –admirable la composición de la actriz Sara De Roo- es una mujer de cuarenta y largos sin suerte en esto de amar, que regenta el local junto a Angelo, su hermano separado y padre de una adolescente, y chef del negocio. También, tenemos a un camarero tardón que intentará consolar y de paso agradar a una joven clienta con tendencias suicidas incapaz de olvidar a su ex, el tímido ayudante del chef enamorado de la espabilada ayudante de cocina, un matrimonio de comensales que bordea los 50, ella, se siente perdida y sola, él consumido por los éxitos profesionales, trata como un mueble a su esposa, dos tortolitos dando sus primeros pasos en esto de quererse, ignorantes ellos de los males que les aguardan, un joven acomplejado, fantasioso y nervioso que se ha citado con una mujer que ha conocido por internet, y finalmente, para acabar de encajar este heterogéneo puzzle, aparece un antiguo amor de Pascaline, con la firme intención de llevársela consigo al otro lado del charco. Con estos ingredientes, a fuego lento se va cociendo esta agradable comedia romántica que funciona a las mil maravillas, que nos susurra y nos vocea poniendo sobre la mesa las diferentes cuestiones que tienen que ver con el amor o con los sentimientos o con esas explosiones de locura transitoria que experimentamos y que llamamos amor. La cinta se desarrolla en dos ambientes, la cocina y el comedor, la cámara viaje mesa por mesa, entra y sale de la cocina, se detiene en los personajes que se cruzan, se mezclan sin saber muy bien en qué lugar se encuentran y porque. Dividida en cuatro capítulos que son los diferentes platos que componen el menú exquisito y de qualité que han preparado para esa noche. Empezamos por los fantásticos entrantes, luego pasamos al primer plato, ostras al gratín con espinacas en salsa de champán, delicioso, el segundo, pichón estofado con endivias, col lombarda y champiñones ostra, servido en salsa de oporto, para chuparse los dedos, y para acabar, el delicioso postre: frivole framboos –dúo de helado de frambuesa y crème brulée de frambuesa, cubierto de crème fraîche, frambuesas frescas y chocolate belga, ideal para comensales con paladares exquisitos… sin olvidarnos de un buen vino tinto como excelente acompañamiento. Excelente servicio y agradable compañía o no, en una velada para sacarle jugo a las relaciones humanas donde hay de todo, sentido del humor, algo de mala uva y también, mucho de alegrías, tristezas, gritos, peleas, enfados y sobre todo, la dificultad de amar y ser amado, o no, o como nos mencionaba nuestro amado Jardiel Poncela: “El amor es un punto de acuerdo entre un hombre y una mujer que están en desacuerdo en todo lo demás”. Una cosa antes de despedirme… Bon appétit!!!!