Bob Marley: One Love, de Reinaldo Marcus Green

EL MÚSICO HUMANISTA.  

“La música es el arma más poderosa en la lucha por la libertad”.

Bob Marley

La música de Bob Marley (1945-1981), iba muchísimo más allá de su ritmo y contenido musical, porque era un estado en la vida, ya que el músico jamaicano fue un tipo declarado pacifista, humanista y propulsor de la fe rastafari. Sus letras como él mismo mencionaba: “La música solamente es el vehículo, lo importante es el contenido de la letra”, estaban llenas de activismo por la vida, la libertad de pensamiento y crítica, y de agitar las mentes para levantarse y actuar por los derechos humanos, en un país como el suyo lleno de violencia, de disputas políticas y al borde de la Guerra Civil. Con Bob Marley: One Love, promovida por sus hijos, se recuerda su inmensa figura, tanto en términos musicales como humanos, de alguien que siempre luchó por los más desfavorecidos, un universo que conocía con detalle, y usó la música y sus punzantes y profundas letras para alzar la voz contra aquellos que sometían a su gente, promoviendo el colectivo frente al individualismo, generando cooperativas y una forma de hacer y sentir en un país tan azotado por la miseria y el rencor. 

De las cuatro películas que ha dirigido reinaldo Marcus Green (New York, EE.UU., 1981), tres se basan en hechos reales. En Good Joe Bell (2020), seguía la peripecia de un padre que hablaba del acoso después que su hijo lo sufriera. En El método Williams (2021), se detenía en la vida de Richard, el padre que consiguió que sus dos hijas, Venus y Serena, se convirtieran en grandes tenistas con métodos discutibles y poco convencionales. La obra Bob Marley: One Love, promovida por sus hijos, que algunos hacen arreglos musicales, nace a partir de un guion de Terence Winter (que tiene en su haber series de prestigio como Los soprano y Broadwalk Empire, y películas como El lobo de Wall Street, de Scorsese), Frank E. Flowers, Zach Baylin, con el que trabajó en la citada El método Williams, y el propio director, en el que se dejan del biopic al uso, y se centran en un breve período de tiempo, el año y medio que va desde el accidentado concierto por la paz en el Parque de los Héroes Nacionales de Kingston, lleno de tensión (ya que dos días antes, Rita, la mujer de Marley, y otros colaboradores, fueron tiroteados en su casa), hasta otro concierto por la paz de 1978 el One Love Peace Concert que supuso la vuelta del músico a Jamaica, después de su exilio en Londres, donde estalló el fenómeno Bob Marley and The Wailers con la publicación de su impresionante disco “Exodus”. 

La película nos muestra a una persona muy implicada con los suyos, extraordinariamente espiritual y alguien que no se detendrá ante la lucha por la libertad. Encontramos momentos más convencionales como los flashbacks que aportan poco a la trama, y la cinta aumenta de nivel escarbando la inmediatez con la que está contando, en el que asistimos a sus dudas, miedos e inseguridades de alguien que huye de su país, que quiere que su música explique algo y remueve conciencias, son alucinantes los momentos en los que somos testimonios privilegiadas del proceso artístico de un disco como “Exodus”, y la eclosión de su éxito y sus conciertos. También, hay espacio para las distensiones de la pareja que mantiene con la mencionada Rita, y sobre todo, como el éxito y el show business chocan con la mentalidad de Bob, más rodeado de gentes sencillas que de snobs chupopteros. El cineasta se rodea de algunos de sus colaboradores para dar forma, color y profundidad, como el músico Kris Bowers, que no sólo acompaña con inteligencia las maravillosas y críticas canciones de Marley, sino que da esa nota de espiritualidad y pausa que tanto amaba el músico jamaicano, la cinematografía de Robert Elswit, habitual en el cine de Paul Thomas Anderson, que no embellece la película, sino que aporta esos claroscuros que tiene y la sitúan en una historia que tiene mucho más de lo que pueda parecer, El montaje formado por el dúo Nick Hoy y Pamela Martin, debutante con Green. Él, habitual de Greta Gerwig, y ella, en películas como Pequeña Miss Sunshine, dan forma a una película muy agitada, a nivel político y humano, sin extenderse con un metraje de 104 minutos. 

Una película de estas características en la que recrea la vida de un icono como Bob Marley, la elección del actor que encarne a semejante figura, se torna muy complicada, ya que no puede equivocarse con el intérprete que le dé vida, y creo que lo consigue con la presencia de alguien desconocido para la mayoría del público, cosa que ayuda a la credibilidad del personaje y sus acciones. El elegido ha sido Kingsley Ben-Adir, que habíamos visto en películas como Guerra Mundial Z y Barbie, entre otras, porque a los cinco minutos nos olvidamos del real, y estamos por la interpretación, tan sencilla como sentida, llena de sensibilidad, dotando a la figura y a la persona de la inmensa carisma que le caracterizaba. A su lado, una impresionante y valiente Rita Marley, a la que interpreta una magnífica Lashan Lynch, que conocíamos por cintas como No Time No Die con Bond, y La mujer Rey, James Morton que es el productor británico Chris Blackwell, que lo tenemos calado de películas con Agnieszka Holland y la mencionada Gerwig. Y luego, una retahíla de intérpretes británicos que hacen de la “colla” de Bob como Tosin Cole, Anthony Welsh, Umi Meyers, Aston Barret Jr., Naomi Cowan, entre otros. 

Indudablemente, los amantes de la música de Bob Marley tienen una cita imperdible con la película en la que se deleitarán con sus inolvidables canciones ya que suenan un buen número a lo largo de la cinta, como la mencionada, “No Woman no Cry”, “Is This Love”, “I Got the Sheriff”, “War”, “Get Up Stand Up”, “Jamming”, “Could Yo Be Loved”, entre otras, tantas melodías que no pasarán de moda, porque están construidas desde el interior, desde lo más profundo del alma, y tienen ese espíritu de lucha y activismo, y siguen siendo tan necesarias, en estos tiempos que vivimos, donde se nos ha olvidado la lucha y nos dejamos pisotear por este sistema consumista y estúpido. A parte, de grandes ritmos, con una música que te atrapa y tea transporta a otros lugares, un espacio al alcance de los más grandes, en los que se incluía el gran Bob Marley, que legó la música reggae al mundo, porque su música sigue ahí, despertando conciencias, a parte de entretener, que es lo que hace la mayoría ahora. La película también gustará a los que no aprecian su música, aunque esto es más difícil, porque no apreciar la música de un grande como Marley es raro, y lo digo, porque sus letras están llenas de agitación social, y sobre todo, humanismo. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

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