20 DOCSBARCELONA – MIRANDO EL MUNDO DESDE LO FEMENINO Y LO ÍNTIMO

El pasado 28 de mayo, después de una semana intensa de cine, se cerraba la 20 edición del DOCSBARCELONA. Festival Internacional de Cinema Documental. Una muestra caracterizada en esta edición por la gran cantidad de películas dirigidas por mujeres, que arrancó con los encuentros profesionales que albergó el mercado, un espacio de debate y conocimiento en el que los proyectos llegan cargados de ilusión en busca de la ansiada financiación. También, hubo encuentros con cineastas y masterclass, en las que se habló largo y tendido del estado actual del cine documental, sus formas de financiación, y sus temáticas, que siguen caminando hacía la denuncia social, y el análisis de un mundo muy capitalizado, injusto y deshumanizado. El jueves 18 de mayo con la película Amazona, de Clare Weiskopf, quedaron inauguradas las proyecciones cinematográficas que se llevaron a cabo en los lugares acostumbrados, en las dos salas del club Aribau, y en el auditori y teatre CCCB. Díez días intensos de cine, que en su veinte aniversario, el DOCSBARCELONA ampliado a una duración de diez días, en las que se contó con innumerable presencias de los directores de las películas programadas, en las que se dialogó y debatió con un público entusiasmado que llenó las salas y participó en un festival que se ha consolidado como un referente sólido y enérgico en el panorama del documental. El domingo se cerró el certamen con la entrega de premios, los diferentes jurados formados entre otros, por destacados cineastas como Isaki lacuesta, Mercedes Álvarez, Valerie Delpierre, Juanjo Giménez… El máximo galardón recayó en la película Los niños, de Maite Alberdi,  el premio Nou Talent, recayó en Last men in Aleppo, de Feras Fayyad, el premio Latitud se lo llevó Al otro lado del muro, de Pau Ortiz, y la mención especial fue a Los ofendidos, de Marcela Zamora. El premio What the Doc, se lo repartieron Woman and the glacier, de Audrius Stonys y You have no idea how much I love you, de Pawel Lozinsky. El premio Amnistia Internacional de Cataluña a Machines, de Rahul Jain, y finalmente, el premio del público lo conquistó Jericó, el infinito vuelo de los días, de Catalina Mesa.

Mi camino por el festival arrancó con AMAZONA, de Clare Weiskopf. Un film que retrata el encuentro íntimo y terapéutico entre la cineasta y su madre, una mujer libre en todos los sentidos, con una filosofía de vida altruista, humanista y muy personal. La película filma las conversaciones entre madre e hija, y nos habla sobre la maternidad, los deseos interiores, y los sacrificios y necesidades vitales que tenemos que tomar entre lo que queremos a hacer y nuestras obligaciones con nuestros hijos. Weiskopf en su primera película, reconstruye la biografía de su madre y su familia, y lo hace desde la curiosidad, y lo personal, sin caer en el discurso simplista, y mirando desde todos los ángulos posibles, sin pretender aleccionar ni nada semejante. Mirar y comprender, dialogar y aproximarse, en una cinta filmada en plena selva amazónica y sobre todo, desde lo más profundo de nosotros mismos. De la sección oficial Panorama, también me acerqué a 21 X NEW YORK, de Piotr Stasik. El cineasta polaco, sociólogo y activista cultural, nos sitúa en el suburbano de New York y sus usuarios, para realizar un mosaico humano e infinito sobre diferentes personas que nos explican sus inquietudes, reflexiones, sueños, frustraciones y deseos personales, en una película-viaje onírica que, a través de planos y encuadres de absorbente belleza, que nos atrapan desde el primer instante, haciéndonos participes de sus interminables trayectos, de idas y venidas sin fin, acompañados por una sonoridad penetrante y una música enigmática, nos conducen por este bellísimo filme donde se mezclan la poesía y la cotidianidad de las existencias de un grupo muy heterogéneo de seres que se mueven por una ciudad pobladísima, extraña y muy individualista. Otra de sus películas fue BORN IN DEIR YASSIN, de Neta Shoshani. Una película-denuncia donde la joven directora Neta Shoshani mira al terrible pasado de su país, con sinceridad y valentía, para mostrarnos una de sus casos más terroríficos cuando en 1948, la ciudad árabe de Deir Yassin fue masacrada por unos paramilitares judíos. La realizadora israelí habla con los ejecutores de aquella tragedia, un grupo de ancianos judíos en la actualidad que, en la mayoría de los casos. justifican las acciones por el bien de la nación y por ser meros verdugos que recibían órdenes. Shoshani mezcla esta historia con la de un hijo que apenas conoció a su madre, una interna del psiquiátrico, construido en Der Yassin después de la masacre, para realizar un retrato en primera persona, sobre la memoria histórica de un país desde la intimidad del drama que vivieron los que ya no están y los que los recuerdan, a través de imágenes de archivo y testimonios espeluznantes que hielan la sangre, sin caer en el discurso moralizante, y atreviéndose a penetrar en la oscura memoria de su país, sin necesidad de aspavientos, sólo con una investigación rigurosa, humana y profunda.

Otra de las propuestas fue GRAB AND RUN, de Roser Corella.  La directora catalana, periodista y documentalista, nos lleva hasta Kirguistán (antigua república soviética) donde se mantiene una tradición machista y degradante para las mujeres que consiste en secuestrarlas y obligarlas a casarse, una práctica deleznable a la que la fuerte tradición de sus gentes sigue manteniendo a pesar de su condición inhumana. Corella mira, dialoga y filma su película desde la observación, escuchando a sus personajes-habitantes sin entrar en ningún moral aleccionadora, ni nada por el estilo, sólo filmándolos, hablando con ellos, exponiendo sus argumentos y razones, tanto de los padres, los maridos, y las mujeres, y las niñas, creando un caleidoscopio de voces humanas y sentimientos contradictorios en los que cada uno de los espectadores tomará la posición que más se aproxime a sus creencias. Una película humanista que denuncia una atrocidad desde lo más íntimo, desde lo que no vemos, pero es lo más doloroso, desde la profundidad y la complejidad de cada uno de las personas implicadas. Continué con LIFE TO COME, de Claudio Capanna. El director italiano nos sitúa en la habitación de un hospital y sigue las dificultades de dos prematuros nacidos a las 28 semanas de gestación. La durísima lucha, acompañada de temores, en un maná de emociones de una madre que se mantiene junto a sus hijos. Capanna frente a la frialdad y rodeado de equipos de alta tecnología, nos descubre una historia sencilla y extremadamente íntima, donde traspasa la calidez y sensibilidad humanas en una película que retrata la fragilidad de la vida y de nuestro ser. Una película, en un asombroso trabajo de sonoridad, que captura todos los sonidos que acaban formando una estructura del relato, que traspasa el alma desde lo más profundo de cada uno de nosotros, y lo hace en un entorno en apariencia hostil, pero que acaba resultando una reflexión sobre el hecho de vivir y todo aquellos que nos rodea. Cerré la sección oficial con SIBERIAN LOVE, de Olga Delane. Un documento íntimo y muy personal de la directora Olga Delane, originaria de Kranokamensk (Siberia) que después de dos décadas viviendo en Berlín, vuelve a su tierra a pasar un tiempo con los suyos. Una tierra, en la frontera entre China y Mongolia, donde sus habitantes, fríos y parcos en palabras, viven de la agricultura y ganadería, mientras soportan temperaturas gélidas extremas y viven en un fuerte patriarcado donde los roles de género están arraigados en fuertes tradiciones ancestrales, el hombre, trabaja, y la mujer en casa con los niños. Delane filma a sus parientes y les pregunta por sus vidas y sus condiciones personales, y lo hace desde lo íntimo, capturando los detalles de cada uno y sus respectivas necesidades, sin emitir ningún juicio, sólo observando su tierra y sus orígenes, y preguntándose sobre lo femenino por aquellas tierras inhóspitas de belleza seductora y silencios eternos.

Hice un alto en el camino para acercarme a la propuesta de TIRABIRAK, de Bea Narbaiza, Libe Mimenza y Edorta Arana. Una webdoc nacida en el País Vasco en el grupo de investigación EMAN, la Fundación Donostia/San Sebastián 2016 y EITB, en el que valiéndose de las viñetas publicadas en los medios desde 1977 hasta 2016 sobre el conflicto vasco, construyen una web interactiva de indudable poder divulgativo e informativo, en la que se analiza la evolución, tanto política, ideológica, social y cultural, de las diversas posturas adoptadas en la forma que el humor se ha acercado y ha analizado los diversos sucesos acontecidos sobre el problema vasco. Una sesión de enorme valor social y político, en el que además, sus responsables introdujeron de forma sencilla y pedagógica todos los elementos y estructuras que forman parte de su web y las inquietudes y reflexiones que les han llevado a levantar un proyecto de estas características, tan necesario y fundamental para entender y aproximarse a la realidad de un conflicto que ha estructurado la realidad política española desde la mitad del siglo pasado. La sección Latitud la arranqué con AL OTRO LADO DEL MURO, de Pau Ortiz. Una de las producciones más esperadas del certamen debido a su prestigioso galardón en el Hot Docs, el festival más importante del continente americano. El realizador barcelonés nos sitúa en México, en la intimidad familiar de unos hermanos hondureños sin papeles que, con la madre encarcelada y el padre ausente, sobreviven como pueden en una situación que les sobrepasa, e intentan tirar hacia delante como buenamente pueden. Las llamadas telefónicas con la madre, las tensas relaciones entre los dos mayores, cabezas de familia a su pesar, y el cuidado, en momentos difíciles y complejos, con los hermanos pequeños, hacen de la película de Ortiz una muestra  impecable de las duras condiciones de vida de muchos inmigrantes desamparados en tierra de nadie, en ese lugar y tiempo, en el que deben seguir, aunque en muchas ocasiones, no sepan hacia adonde. Una película de factura ejemplar, que trata sus temas de forma seria y concisa.

La segunda de esta sección fue EL SILENCIO DE LOS FUSILES, de Natalia Orozco. La cineasta colombiana, especializada en trabajos sobre investigación política y derechos humanos, se embarca en un tema espinoso y candente, los diálogos de paz en Colombia entre dos enemigos irreconciliables, en el conflicto más antiguo de toda la historia. Por una parte, el gobierno de la nación, presidido por José Manuel Santos, y al otro lado, las FARC, el ejército guerrillero de la selva, liderado por Timochenko. Orozco construye un inmenso mosaico a través de imágenes de archivo donde reconstruye los antecedentes, el estado actual y el camino hacia el futuro, con la ansiada paz para todos, en el que no faltan entrevistas a los implicados en el proceso, en un documento político de altísimo nivel que, ofrece una visión seria y honesta, sobre la situación que se respira en Colombia, un país tristemente sacudido por la violencia. Un país sometido a la oscuridad y el terror de la muerte. Seguí con LOS OFENDIDOS, de Marcela Zamora Chamorro. La cineasta, nacida en Nicaragua, interesada en temas de género y derechos humanos, que el año pasado se vio en el festival su anterior trabajo, El cuarto de los huesos (sobre los desparecidos en El Salvador a través de los restos encontrados) vuelve a hablarnos del país salvadoreño, a través de testimonios de la represión durante la dictadura, en el que vamos escuchando el relato de las torturas y los desaparecidos. La realizadora arranca con la figura de su padre, activista político que también sufrió el secuestro de los militares, y hace un minucioso trabajo político sobre la memoria, en el que en uno de los momentos más terroríficos escuchamos el testimonio desgarrador de uno de los verdugos contando la cotidianidad de los detenidos. Zamora construye un trabajo durísimo, sin concesiones, pero a la vez necesario y audaz, en el que la directora sigue en su cruzada humanista para levantar todas las oscuridades que desgraciadamente persisten en su país.

En la sección What the Doc, me sorprendieron dos títulos de gran calidad, tanto a nivel formal como argumental, uno de ellos, UNTITLED, de Michael Glawogger y Monika Willi. El trabajo póstumo de Glawogger (fallecido durante el rodaje en Liberia) es un inmenso caleidoscopio de su visión humanista del mundo, en un rodaje que abarcó 5 meses, en el que viajó por los Balcanes, Italia, y norte y este de África, sin seguir ningún pretexto argumental. El cineasta austríaco, autor de títulos míticos del género como  Megacities (1998) Workingman’s death (2005), y su fiel colaboradora, Monika Willi, su editora, que acabó la película, realizan un trabajo libre y muy intuitivo, capturando la realidad humana, los detalles y la intimidad de cada una de las personas y los lugares que filman de manera humana y sencilla, dejando al espectador libertad para mirar sin prisas, con pausa y detenimiento, dejándose llevar por las imágenes y la música que nos acompañan, en un prodigioso montaje que va creando atmósferas oníricas, imposibles y complejas de múltiples realidades que se mezclan, dialogan entre ellas, y además, nos llevan a una dimensión extraordinaria sobre lo humano y el trabajo artesanal que realizan las personas que son filmadas. Un documento visual y sensorial de grandísima calidad que, significa una despedida memorable, muy a nuestro pesar, de uno de los grandes cineastas de la historia. El otro de los grandes títulos vistos en el festival ha sido YOU HAVE NO IDEA HOW MUCH I LOVE YOU, de Pawel Lozinski. El prestigioso cineasta polaco, autor de más de veinte títulos, y ayudante de Kieslowski, presenta un documento desgarrador y conciso sobre las relaciones difíciles y conflictivas de una madre y su hija, y lo hace a través de una forma de extrema sencillez, en la que construye con primeros planos de las dos mujeres, acompañadas de su terapeuta en las diferentes sesiones, para encontrar las razones que les han llevado a esa situación, y sobre todo, a través de sus testimonios encontrar la mejor manera de limar asperezas y encontrar las alianzas que las vuelvan a mantener una relación madre e hija. Lozinski cimenta un ejercicio poderoso asfixiante y agobiante, sumamente complejo y perturbador, en el que sus personajes (porque se tratan de intérpretes que simulan experiencias reales, a la manera de Eduardo Coutinho) un ejemplar trabajo sobre las relaciones humanas, las palabras y los silencios que forman parte de nuestra existencia y de las personas que forman parte de nosotros.

Cerré mi participación en el festival con JERICÓ, EL INFINITO VUELO DE LOS DÍAS, de Catalina Mesa. La cineasta colombiana, en su primer largo, nos traslada en la región de Antioquia, en el  noroeste de Colombia, y nos muestra el relato de ocho mujeres,  a través de una forma exquisita, donde las formas especiales de la arquitectura de las casas y sus colores, devienen en una película llena de vida, recuerdos y sentimientos. Unas mujeres muy diferentes entre ellas, que forman parte de un trozo de esa vida del pasado, el presente y el futuro de un lugar peculiar atravesado por montañas, un espacio donde cohabitan sueños, memoria y valentía y corajes femeninos. Mesa retrata a sus personajes de forma natural e intima, mostrando sus sencillas vidas, con gran sentido del humor, donde también hay espacio para los buenos momentos, y aquellos otros que no lo son tanto. Una película que seduce a través de su maravillosa descripción de emociones, mostrándonos una realidad muy diferente a la violencia que se relaciona con Colombia, ofreciéndonos una visión humana y peculiar sobre un grupo de mujeres, en relación a su pueblo, sus vidas, sus recuerdos y la música que escuchaban. Hasta aquí mi camino por el festival, un viaje que empezó cargado de ilusión y entusiasmo, y acabó de la mejor de las maneras, lleno de emoción desbordante, convencido de haber asistido no sólo a una fiesta del cine documental, sino también a una emocionante y muy agradable reunión de amigos, llena de interesantes propuestas que nos hacen la vida mejor y sobre todo, nos muestran realidades ocultas y silenciadas por unos medios dominados por el capital, conocer la realidad nos aleja de la comodidad capitalista, y nos agita, llenándonos de sentimientos que nos hacen sentirnos más llenos de vida y algo más felices.