5 D’A – EL VIENTO A FAVOR. Viaje a través de lo vivido y soñado.

El pasado 3 de mayo se cerraba la quinta edición del Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona, 10 días intensos, que arrancaron el 24 de abril, llenos de pases, directores, presentaciones, debates, coloquios, y sobre todo, días de encuentro, donde el cine de calidad, comprometido y reflexivo tomó la palabra. El tránsito que significó dejar un festival como el BAFF, y renacer con otras siglas, y ya no sólo centrarse en el continente asiático, sino que abarcar los 5 continentes, resultaba una empresa difícil y compleja, pero desde su primera edición, la del 2011 hasta esta última, celebrada este año, el D’A –como todos los seguidores y aficionados lo conocen- ha creado una marca, unas siglas que lo identifican, la cita de primavera de la ciudad condal, esa que sucede durante el primero de mayo, el festival que nos muestra un cine valiente, alejado de lo establecido, un cine diferente entre sí, un cine independiente, que ha sabido soportar las penurias económicas, en algunos casos, y en otros, las penurias legales, para crecer en libertad, explorando los diversos temas y plantearse cuestiones, no sólo a nivel argumental, sino también formales. El D’A, 5 años después, se ha erigido en un certamen serio, riguroso, vivo, valiente y que ofrece a su público cines y miradas de muchos rincones del planeta, de cinematografías totalmente inexistentes en las carteleras de los cines, un evento grande, en mayúsculas, que después de 5 años se ha afianzado en el interior de todos nosotros, y que su existencia no solamente es un logro de sus organizadores y patrocinadores, sino también de nosotros, el público que sigue acercándose cada principio de primavera a ver lo que sucede en esas pantallas inquietas, en esas salas a oscuras, y en esa maravillosa experiencia que es ver cine en las salas de cine.

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Mi andadura por el festival arrancó el domingo 26 de abril, y la elegida fue EL INCENDIO, de Juan Schnitman, enmarcada en la sección Talents. El realizador argentino nos somete en su segundo trabajo -el primero fue una codirección con Santiago Mitre en El amor (Primera parte)– a un vertiginoso viaje a las emociones de una pareja de jóvenes que ha dado el paso de la compra conjunta de una vivienda. 24 horas durísimas, de discusiones, gritos, peleas, desconfianzas y dudas entre dos seres que se sienten solos en el enjambre de una sociedad que marca un ritmo vertiginoso y no deja tiempo a pensar. Una brutal pesadilla sobre las volátiles relaciones, la difícil convivencia y sobre todo al miedo a la vida, y a nosotros mismos, rodada con cámara al hombro, creando un ambiente asfixiante y realista que incómoda en una de las obras más viscerales y contundentes de las vistas en el festival. De la misma sección me acerqué a A MISTERIOSA MORTE DE PÉROLA, de Guto Parente. El joven realizador brasileño nos introduce en un ambiente que arranca de forma cotidiana como si fuese una película de Oliveira, para luego girar de forma ingeniosa y sutil hacía lo terrorífico, donde cabrían autores de la talla de Hitchcock, con ecos de Vértigo, el Polanski de El quimérico inquilino, o las pesadillas psicológicas y perturbadoras del siempre indescifrable Lynch. Una elegante y sofisticada imagen, con apenas un par de personajes, y brevedad en su metraje para incomodarnos y hacernos viajar hasta la más temible de nuestros miedos.

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LES AMIGUES DE L’ÀGATA, de Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius, Marta Verheyen. Película surgida del grado de Comunicación Audiovisual de la UPF como trabajo final de carrera y supervisado por gente como Isaki Lacuesta, Elías León Siminiani y Gonzalo de Lucas, se llevó el premio del público con todo merecimiento. Las cuatro directoras hablan de algo que conocen, el difícil tránsito de la infancia a la edad adulta, de las amigas del colegio a las de la universidad, pero lo hacen de un modo fresco, natural, sin sentimentalismos, con una mirada inquieta, que recoge las pulsiones del momento y la agitación de ese instante. Una mirada seria y honesta a un proceso vital que genera conflictos propios y ajenos. Una cinta sincera y realista protagonizada por cuatro actrices cómplices y en constante evolución. ANTÍGONA DESPIERTA, de Lupe Pérez García. El segundo trabajo de la cineasta argentina es un ejercicio interesante que viaja por diferentes géneros sin definirse en ninguno (una de las constantes de las películas de aquí que se han visto en el festival), una aproximación fiel y natural sobre la descontextualización de los mitos, de su importancia en el tiempo que vivimos. Rodada en zonas agrestes, y apoyada de una luz bellísima que capta de forma contundente todos los aromas y agitaciones que estructuran la cinta. Con el apoyo de la complicidad de Juan Barrero, en labores de producción y cámara, y de Gala Pérez Iniesta -autora de la música-, como esa Antígona que se revela ante el poder. Una pieza de orfebrería que indaga en las grietas y costuras de la representación y forma cinematográfica. NO TODO ES VIGILIA, de Hermes Paralluelo. http://atomic-temporary-59521296.wpcomstaging.com/2015/05/16/no-todo-es-vigilia-de-hermes-paralluelo/. 

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De la sección Direccions, me sentí seducido por la fuerza de CHORUS, de François Delisle. Sexto trabajo de un director experimentado que nos introduce en una historia sobre las heridas del pasado, filmada en un hermoso blanco y negro, y con apenas dos personajes, sin olvidarnos de la inolvidable presencia de Geneviève Bujold (la enigmática actriz de Rudolph). Nos cuenta la tragedia de un matrimonio, ya deshecho, que vuelven a enfrentarse a la aparición del cadáver de su hijo menor que fue brutalmente asesinado. Un descenso a los infiernos desde la cotidianidad, con unas interpretaciones basadas en la contención, en las miradas, en un relato brutal, sin concesiones que somete al espectador a enfrentarse al dolor y a esas almas que sufren y no encuentran paz.  QUEEN OF EARTH, de Alex Ross Perry. La nueva película de unos realizadores más estimulantes del panorama independiente estadounidense, arranca con la ruptura de una pareja, ella, un joven artista anulada por el talento de su padre fallecido, se va unos días con una amiga íntima. Lo que en principio son unos días de descanso y recuperación, pronto se girarán hacía los más profundos miedos  de alguien con graves problemas emocionales. El cineasta americano utiliza tres personajes, y un único escenario (una casa y su entorno) para sumergirse en un cuento de terror cotidiano, alejándose de los sustos y demás elementos del género, para indagar de forma sencilla y directa en la complejidad de la mente y las consecuencias de la enfermedad mental. THE SMELL OF US, de Larry Clark. Nueva baja a los infiernos del siempre irreverente e incómodo cineasta y fotógrafo norteamericano. Esta vez se pierde por las calles de París para hablarnos de sus temas favoritos: adolescentes que viven al límite, tomando drogas, prostituyéndose con maduros y ancianas depravadas, utilizando el sexo desenfrenado como como forma de escape, y perdiendo el tiempo con el skate. Una cinta visceral con olor a sudor, que nos habla de una juventud perdida que no encuentra consuelo en nada, que se deja llevar por las pasiones más sucias y destructoras. Una mirada cruel, desoladora y decadente de unos jóvenes sin futuro  en un pozo de autodestrucción.

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Una de las secciones más interesantes del festival fue Futurs (Im)Possibles. CRUMS, de Miguel Llansó. Filmada en Etiopía y con actores del país. El realizador español nos sitúa en un ambiente postapocalíptico, donde los referentes culturales y consumistas han desaparecido, y han tomado nuevas definiciones y formas. Unos personajes atípicos encabezados por un antihéroe que emprenderá un viaje por lugares desolados, de extenuante belleza plástica, en los que deberá enfrentarse a duras pruebas y sobre todo a sí mismo. Una película transgresora en todos los sentidos, desde la comedia surrealista, el humor grotesco y fino, una love story, pero ante todo una película a tumba abierta en cuanto a forma y contenido, filmada en absoluta libertad y compromiso, que aboga por la experiencia del cine, del cine como una aventura, un viaje sin destino hacía los márgenes más alejados de cualquier estructura que podamos definir. Una experiencia que atrapa y no deja indiferente. EL HOMBRE CONGELADO, de Carolina Campo-Lupo. Una cinta que nos invita a viajar hacía los confines de todo a bordo de un barco de la armada. La realizadora nos sitúa en una aventura donde el paisaje invade completamente la pantalla, arrasando con todo. Una experiencia que nos recuerda a Leviathan, aquel viaje a bordo de un pesquero, ahora la palabra, en este caso la imagen, se la cede en su grandeza y totalidad al paisaje indómito y salvaje que engulle al barco y a sus tripulantes. Un documento visual donde el sonido cuestiona ciertos límites de la imagen y su representación. Una maravillosa y elegante cinta donde cada espectador se sumerge en sus propias fantasías en un viaje que no parece tener retorno. De la sección Transicions, me dejé llevar por la sencillez de LAS ALTAS PRESIONES, de Ángel Santos.http://atomic-temporary-59521296.wpcomstaging.com/2015/05/07/las-altas-presiones-de-angel-santos/.

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LOS EXILIADOS ROMÁNTICOS, de Jonás Trueba. Tres amigos salen de Madrid con destino a París en busca de algo, quizás de amor, de ellos mismos, o de las mujeres que les esperan. Trueba nos cuenta un viaje, cinematográfico, literario, de amistad, de referentes culturales, vitales, y sociales. Un trayecto estival sin rumbo, donde nos habla de unos jóvenes perdidos y a la deriva, que buscan y creen encontrar, aunque todavía no saben muy bien para qué. Los ilusos era una película de entretiempo, una cinta que hablaba de cine sin hacer cine, cine en estado puro, filmado entre amigos,  un cine que habla de nosotros, de esa juventud que se va y de las cosas que vendrán o de las cosas que creemos que pasarán. Las referencias al cine de Tanner o Rohmer aparecen en el horizonte, en una cinta viva, llena de grandes aciertos y sobre todo de un cineasta con una mirada que alejándose de los convencionalismos, nos habla directamente, desde la sinceridad y sin apenas hacer nada de ruido. THE LESSON, de Kristina Gozeva, Petar Valchanov. Debut en la ficción de los realizadores búlgaros que nos hablan de un cuento moral, donde una profesora en su afán de impartir justicia en su aula, se verá enredada en un macabro puzzle social, donde no encuentra el fondo, por los problemas económicos que asolan a su familia. Una crítica social demoledora sobre las dificultades de sobrevivir en la sociedad actual y del papel de la mujer. Una mujer trabajadora y luchadora que debe enfrentarse a problemas e manera solitaria. Un ejercicio contundente, filmado de manera realista y con una luz claroscura que ayuda a reafirmar esa negritud y desolación que respira toda la película. TALLER CAPUCHOC, de Carlo Padial. Después de Mi loco Erasmus (2013), el joven realizador vuelve a la carga, ahora es el turno del timo de los talleres literarios, de esos escritores con aires de grandeza y sobre todo de un cierto aire de fatalismo e hipocresía que rigen muchos conceptos de la sociedad contemporánea. El showman Miguel Noguera se mete en la piel del escritor fracasado y patético, rodeado de una fauna de engendros aburridos y listillos que pasean su ego por cualquier esquina. Una mirada mordaz, brutal e ingeniosa, con bastante humor que consigue hacer reír y llorar a partes iguales.

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Para finalizar mi camino por el D’A, asistí la noche del sábado 2 de mayo, a la gala de clausura donde se dio lectura a los premiados, y a continuación se abrió el telón y se pasó EDEN, Mia Hansen-Love, la película que cerró el certamen. El cuarto título de la cineasta francesa nos sumerge en el ambiente garaje, la música electrónica que apareció a principios de los 90. Una cinta que repasa veinte años de historia de un DJ que a pesar de los años que van pasando, se niega a cambiar y sigue a lo suyo, noches sin fin y drogas por doquier. Una mirada realista y oscura sobre los ambientes nocturnos y también, sobre el paso del tiempo, de cómo afrontar los años y permanecer erguido a pesar de los sueños frustrados y los desengaños vitales. Una cinta a ritmo de música que nos hará bailar, conmovernos, disfrutar, y también sufrir con una generación que creyó que todo empezaba y acababa de noche, olvidándose que a la mañana siguiente salía el sol.

Con Hansen-Love, se finiquitó mi participación en el D’A como ávido espectador e investigador de lo cinematográfico, desde un punto de vista crítico y observador, pero sobre todo, disfrutando enormemente de los  momentos vividos, soñados y encontrados en este festival que nos acoge cada principio de primavera…

D’A 2014. Crónicas de un Festival (1)

El pasado 4 de mayo el Festival Internacional de Cinema D’Autor de Barcelona echaba el cierre, atrás quedaban 10 días de abrumador e intenso cine. El D’A ha ofrecido en esta edición, la número 4, 62 títulos repartidos en 7 secciones (Direccions, Sessions Especials, Talents, Un Impuls Col.lectiu, À toute vitesse, Auditoria Catalana y la Retrospectiva a Denis Coté), amén de la película inaugural y clausura. Ahora toca recogerse, como se decía antes, y hacer análisis de todo lo visto que no ha sido poco, aunque como suele ocurrir en casos como el que nos atañe, uno siempre acaba con la sensación de haberse perdido nombres y títulos que debería haber visto, y por otro lado, uno piensa que debería haberse perdido algún título de lo visto por otro que no vio. Pero, es el mismo cuento de siempre, y la naturaleza festivalera invita a eso mismo, que no es otra cosa que a acudir a los certámenes a descubrir, experimentar y sobre todo, a dejarse llevar por todo lo que uno vea que en cualquier caso, nunca será mucho ni poco.

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Arrancamos esta crónica del D’A con la sección DIRECCIONS, quizás la más potente del festival, la que mira a los más granado autoral de la temporada: EXHIBITION, de Joanna Hogg. Ejercicio interesante sobre el espacio que nos propone la realizadora británica en su tercer largometraje. Huyendo de cierto tipo de convencionalismo clásico, Hogg reflexiona sobre la relación de los seres humanos y el espacio que ocupan. En este caso, una casa, en la que han habitado durante más de 17 años la pareja protagonista, él, arquitecto, y ella, artista performance, que viven y trabajan en este medio. La cámara de Hogg lo retrata de manera distante, mecánica y fría, haciendo especial hincapié en como las personas nos relacionamos con nuestro entorno próximo, y acabamos confundiéndonos con nuestros objetos, y sobre todo, de qué manera nos llegamos a sentir desnudos alejados de estos. LA JALOUSIE, de Philippe Garrel. Uno de los nombres más importantes del cine francés desde la segunda mitad del S. XX, con más de 30 títulos a sus espaldas. Después de Un verano ardiente, dónde trabajó con el color, vuelve a su hábitat natural, a su blanco y negro, a sus historias íntimas y sentimentales, a sus personajes perdidos y a la deriva, a los celos y a las infidelidades. Esta vez nos muestra una pieza de cámara, protagonizada por sus dos hijos, Louis y Esther, que curiosamente hacen de padre e hija. El relato es más ligero, más íntimo y con más humor que sus anteriores trabajos. En algunos momentos nos recuerda a Rohmer, pero Garrel sigue a lo suyo, continúa reflexionando de manera brillante sobre las inquietudes y constantes que vertebran todo su cine: el amor y sus consecuencias. O HOMEM DAS MULTIDÕES, de Cao Guimarães, Marcelo Gomes. Basada libremente en un cuento de Edgard Allan Poe, nos sumerge en la vorágine de una gran ciudad brasileña, que podría tratarse de cualquier urbe, para centrarse en la figura de un apocado y callado conductor de trenes, que lleva una vida austera y muy disciplinada, alejada de sorpresas. Todo cambia el día que una compañera de trabajo lo invita a salir. Entre los dos nace una relación donde abundan los silencios y las miradas en la que apenas se dirigen una palabra. La película brasileña añade el atractivo de haberse rodado en un formato curioso, el 3×3. Un ejercicio estimulante que en su propuesta sencilla y directa nos vienen ciertos ecos del cine de Kaurismaki. El relato es interesante en su descripción de cómo las grandes urbes anulan a sus ciudadanos convirtiéndolos en meros autómatas. REDEMPTION, de Miguel Gomes. Pieza de 27 minutos dirigida por el autor de Tabú, nos ofrece un ejercicio dónde nada es lo que aparece. Apoyándose en imágenes de archivo históricas y domésticas donde se relata las vidas de diferentes personas que desconocemos, acompañado de unas voces en off de diferentes idiomas. Una obra experimental de profunda carga poética en el que al final se desvelará la intención que persigue mostrándonos la identidad de los protagonistas. Trabajo donde Gomes sigue experimentando con su tema favorito: la memoria. Su película nos remite a Human remains (1998), de Jay Rosenblatt, cortometraje que utilizando imágenes de archivo domésticas profundizaba en la parte humana y desconocida de algunos de los dictadores del S. XX (Hitler, Mussolini, Stalin, Mao Tse Tung, Franco).

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STRAY DOGS, de Tsai Ming-Liang. El cine del taiwanés está estructurado a través de mecanismos que viajan a contracorriente del mundo veloz, caótico y desenfrenado en el que nos movemos. Su cine es todo lo contrario, sus planos secuencia larguísimos, su modo de observación y contemplación de la sociedad que le rodea, su mirada onírica, y a veces malsana y su peculiar manera de observar a sus personajes, le han convertido en uno de los directores contemporáneos más estimulantes e interesantes. Aquí nos retrata una familia que componen la pareja y sus dos hijos que viven, o tendríamos que decir, sobreviven en un edificio ruinoso sin más ilusiones o esperanzas que las que les depara el día a día. El plano final con el que cierra su película, (de 20 minutos de duración, donde encuadra a sus dos protagonistas) se convierte así en el mejor ejemplo donde se apoya su admirable radicalismo cinematográfico. VIC + FLO ONT VIU UN HOURS, de Denis Cõté. El realizador quebequés vuelve a mostrarnos un relato opresivo, cerrado y sin fisuras. Ahora se interesa por una mujer sesentona que acaba de salir de la cárcel y para escapar de su entorno huye a una cabaña en el bosque que pertenece a su familia. Unos días después, llega su compañera de celda con la que mantiene una relación. La apacible búsqueda de la paz en la naturaleza, no resulta tan tranquila como pretendía. Las constantes en el cine de Cõté aparecen: el aislamiento, la incomunicación, la dificultad de mantener relaciones y las amenazas interiores y exteriores del ambiente. Cõté se toma su tiempo para introducirnos en su territorio malsano y corrompido, sus dos criaturas no sólo tienen que convivir con sus problemas sino que algo del exterior, en este caso del pasado, vuelve a pedir cuentas. SHIRLEY: VISIONS OF REALITY, de Gustav Deutsch. La propuesta de llevar a la ficción 13 de las grandes pinturas del pintor norteamericano Edward Hopper, se antojaba a la vez que atractiva, tremendamente sugerente. El planteamiento del realizador austriaco se basa en contarnos 30 años de la vida de una estadounidense y los acontecimientos históricos que va viviendo: desde la época de la gran depresión hasta el macarthismo. Quizás el estatismo que decora toda la película corre en su contra, y también, cierto ensimismamiento en la contemplación de la pintura hopperiana. Una obra visualmente conseguida en trasladar el universo extraordinario del pintor, pero en cierto modo, es en ese sentido donde el relato pierde fuelle y su propia naturaleza juega en su contra, regodeándose en su apariencia y olvidándose de su contenido. CUBA LIBRE, de Albert Serra. Pieza de 20 minutos, filmada como homenaje al músico Günther Kaufmann, habitual de las películas de Fassbinder. Mientras Serra rodaba para el Festival Documenta de Kassel una obra sobre Hitler, Goethe y Fassbinder de una duración de 10 horas, tiene conocimiento del fallecimiento del músico, y aprovecha para rendirle un sincero y digno homenaje con este trabajo en el que un músico amigo suyo de raza negra canta tres canciones de Kaufmann en un bar de decoración setentera. Un trabajo brillantemente bien filmado que atrapa al espectador con la música que nos recuerda al universo del cineasta alemán.