LA JOVEN REVOLUCIONARIA.
“No puedes comprar la revolución. No puedes hacer la revolución. Sólo puedes ser la revolución. Está en tu espíritu o no está en ningún sitio”.
Ursula K. Le Guin
No es la primera vez que sabemos de Tunche Films de los hermanos Zelada, un estudio peruano de cine de animación, ya que está detrás de las producciones Anibo, el espíritu del Amazonas (2021), y la reciente Mariposas negras, de David Baute. Ahora, nos llega Kayara, la guerrera del imperio Inca, dirigida por César Zelada y codirigida por el irlandés Dirk Hampel, un especialista del cine animado con más de 20 títulos. Estamos ante un relato lleno de aventuras y de acción trepidante protagonizado por Kayara, que significa “flor del desierto”, en quechua, una joven que sueña con ser chasqui (Mensajero), como su padre. Aunque la cosa está difícil ya que ese honor está sólo reservado para los hombres. Kayara no se dará por vencida tan fácilmente y luchará contra las leyes machistas y los convencionalismos del Imperio Inca, ahora que gobierna Paullu, su amigo de la infancia.

La historia se basa en el guión de Brian y Jason Cleveland, que también estuvieron en la citada Ainbo, y del propio director, en el que prima la fisicidad bien fusionada con las maniobras desde la oscuridad para asaltar el poder por parte del maléfico Villa Oma, uno de esos tipos cercanos al emperador que oculta sus propios intereses que están más cerca de comprar su poder con el oro de las regiones. Estamos ante una historia convencional, que podría resultar poco o nada atractiva, aunque la película consigue lo contrario, porque construye un relato complejo en muchos momentos, añadiendo la valentía y el coraje de la protagonista que debe de luchar contra los elementos y tradiciones ancestrales para ser tratada como una más. Kayara, con su inseparable cobaya como compañero fiel, es un personaje vital, firme y poderoso, una mujer que nos recuerda a tantas que desafiaron el poder y lo establecido para poder ser libres o al menos, ocupar esos puestos que siempre les negaron. La película no transita por el panfleto ni las proclamas como otras producciones, sino que se acerca a la complejidad del asunto y más aún cuando es una película de animación con vocación al gran público. Un personaje que nos recuerda a aquel que protagonizó Yentl (1983), en la película que dirigió ella misma, que desafiaba el poder que no permitía a las mujeres estudiar.

Un equipo asombroso y muy imaginativo está detrás de cada plano y encuadre de Kayara, como la música del catalán Toni M. Mir, ya que la película es una coproducción entre Perú, Irlanda y España, un autor que conocemos por su trabajo con Ventura Durall, la excelente película El ciudadano ilustre (2016), de Mariano Cohn y Gastón Duprat, y los populares anuncios de la cerveza Estrella Damm, entre otros. Una música poderosa y brillante que ayuda a acompañar las peripecias de una rebelde e incansable Kayara, sin caer en esa melodía facilona y épica que hubiese ensombrecido las excelentes imágenes que llenan la película. La película se toma las evidentes licencias históricas que no dañan la historia que cuenta, al contrario, le da un dinamismo y credibilidad a los hechos que consigue ir hilando toda la maraña de manipulación en la sombra que hace el personaje de Villa Oma, uno de esos tipos que siempre andan junto al emperador esperando su momento para atacar el poder desde el sigilo, el silencio y las sombras. La introducción de la conspiración, el saqueo del oro en nombre del emperador y las traiciones junto a los españoles invasores ocurrieron de formas diferentes, pero la verdad es que ocurrieron.

La valentía, la perseverancia y el poder de Kayara no está muy lejos de aquel que seguían otras maravillosas heroínas que protagonizaron grandes obras del Studio Ghibli como Nausicaa del valle del viento, La princesa Mononoke y El viaje de Chihiro que, luchando contra lo establecido, no sólo demostraron una valentía excepcional, sino un gran emblema para el resto de la comunidad, al igual que pasa con la joven guerrera inca. En este texto he mencionado varias ideas para empujar al público a ver la película, quizás, un espectador más habituado al cine de Disney, donde la estética predomina sobre las historias, que acaban siendo demasiado planas y previsibles. En Kayara, la guerrera del imperio Inca, no podemos decir que la historia no tenga convencionalidad, pero además, tiene gracia y talento para contarla, porque aquí la protagonista es una mujer, una mujer revolucionaria y eso la hace muy distinta a las películas de la factoría estadounidense, y la acerca más a otro cine de animación para todos los públicos pero más adulto, maduro y diferente. Así que no lo piensen demasiado, que ya saben como se las gasta el torbellino de estrenos de cada semana, que si no acuden presto, quizás desaparece de las carteleras y ustedes no se han percatado. El signo de los tiempos, en fin. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA